jueves, 12 de septiembre de 2013

La peligrosa adicción a la infelicidad

“El resentimiento es como tomar veneno esperando que la otra persona muera” (Carrie Fisher)

Los seres humanos somos seres emocionales y según la emoción en que habitemos,vamos a actuar en consecuencia. Alguna vez estudié a Humberto Maturana, quien sostiene que los estados de ánimo son como cristales a través de los cuales observamos el mundo. Si estamos de buen ánimo, el futuro y nuestras posibilidades serán brillantes; en caso contrario, veremos un mundo oscuro.

Hace unos días que vengo pensando en el resentimiento como estado de ánimo. ¿De dónde surge? ¿Qué lo provoca? ¿Qué beneficios trae sostenerlo?¿Para qué hacerlo? ¿Cómo te liberas de él?

El resentimiento es un estado de ánimo que tiene una conversación subyacente en la cual interpretamos que hemos sido víctimas de una acción injusta y en la que alguien aparece como culpable por lo que nos sucede (una persona, un grupo de personas, toda una categoría de individuos o incluso la vida misma o el mundo entero). El resentimiento no para aquí. Cuando estamos resentidos, sentimos deseos de castigar o vengarnos y ese deseo retroalimenta nuestro rencor.

El resentimiento se asemeja mucho al de la ira. La principal diferencia reside en que la ira se manifiesta abiertamente y el resentimiento permanece escondido. Se convierte en una conversación que crece en privado, es silenciosa y rara vez se manifiesta directamente o lo hacemos ante personas no adecuadas. Así toma la forma de queja ante terceras personas, quienes no pueden hacer nada efectivo para aliviarnos el enfado que sentimos cuando estamos resentidos.

Lo paradójico de esta situación, es que  el resentimiento nos lleva a vivir en una permanente victimización, culpando a terceros por lo que esperábamos  que sucediera pero no ocurrió. Estamos mucho más comprometidos en alimentar nuestro propio infierno, que  en castigar a los supuestos responsables o en buscar una solución superadora de la ofensa (real o imaginaria).  Para poder permanecer en ese rol de víctima, nos negamos a aceptar la pérdida sufrida y somos incapaces de ver nuestra parte de responsabilidad en la situación.

Como dice Nietzsche“el resentimiento es un estado de ánimo que esclaviza a quien lo padece”. La única salida es el perdón, cuyo efecto liberador beneficia más al resentido, que al supuesto causante del dolor.

¿Siempre me intrigó entender por qué existe esa vocación por el sufrimiento? ¿Qué es lo que  nos lleva a militar activamente en el dolor? ¿Cuál será el beneficio? ¿Podemos convertirnos en adictos a la infelicidad?

Encontré algunas respuestas en este breve video, basado en pensamientos de Eckart Tolle, quien también concluye que sólo podemos salvarnos a través del perdón.

 Una Nueva Tierra - El cuerpo del dolor

sábado, 31 de agosto de 2013

El poder de los límites

"Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo." (Ludwig Wittgenstein)


Así como en mi post anterior dije que las interpretaciones nos dan o nos quitan poder, del mismo modo operan las declaraciones. Hay declaraciones fundamentales que muestran en todo su potencial, el poder de la palabra, como generadora de mundos. ¿Hoy pensaba por qué nos cuesta tanto decir “No” o “Basta”?. ¿Cuál es el precio que pagamos cada vez evitamos entrar en ese terreno incomodo que involucra el poner límites, ya sea a terceros o a uno mismo?

Trazar un límite es señalar el final de algo; es mostrar el punto el cual no se puede superar o transgredir. Los límites indican hasta dónde puedo o quiero llegar en una situación dada. Necesitamos decir basta cuando nos sentimos amenazados en nuestra integridad (física o emocional), cuando sentimos que nuestra dignidad está comprometida. Ahora, el desafío es justamente cómo afrontar esas situaciones. Sí, me cuesta poner límites. Quizás detrás de toda esa incomodidad sólo haya miedo a no ser aceptada cuando digo "no" y termino actuando de una manera desproporcionada para marcar mi territorio y hacerme respetar o decido huir, para mostrar mi rechazo. Sé que mantenerme en el rol de personita que agrada a todo el mundo, nunca fue un plan a largo plazo. El cinismo no es mi fuerte y por otro lado, es tremendamente desgastante y la mejor evidencia de la falta de amor y respeto a mí misma, a mis necesidades y emociones.

Hay todo un aprendizaje para poder expresar asertivamente nuestros límites. Confrontar agresivamente, nunca lleva a buen puerto.  Tampoco sirve de nada evitar la incomodidad de un “Basta”, porque cada vez que callamos, estamos cediendo nuestro poder y derecho de preservarnos de algo que nos molesta o perjudica. Cuando evitamos poner límites caemos por lo general en la queja, que son expresiones de enojo y resentimiento, seguidos por la exigencia  del cumplimiento de algo que se “supone” debió haber ocurrido. Las quejas son declaraciones inútiles y las preferidas de las “victimas”, porque lejos de querer cambiar lo que les molesta, necesitan mantener el statu quo para seguir quejándose.

Todo lo que callamos no se evapora, sigue molestando y contaminando nuestro interior. Hallar el equilibrio entre el coraje y el respeto para expresarnos asertivamente es fundamental. Esto significa sentir el legítimo derecho de respetarnos, expresando directamente nuestras necesidades, deseos y sentimientos, sin amenazar (ni sentirnos amenazados), ni faltar el respeto a los demás.  Es un aprendizaje necesario para consolidar nuestra autonomía y legitimidad como personas.


miércoles, 28 de agosto de 2013

¿Meditar para escapar?

“La huida no ha llevado a nadie a ningún sitio” (Antoine de Saint-Exupery)

Si bien meditar es una práctica milenaria, pareciera haberse puesto muy de moda en este último tiempo. Cada vez es más común escuchar hablar de distintas prácticas de meditación: meditación Budista, Zazen, Transcendental, Vipassana, Kabbalah, Mantra, Sufi, Dzoghen, Chakra y algunas otras más.

También es frecuente la realización de  encuentros o eventos masivos para meditar por diversos temas tales como: la paz del mundo, curar el planeta, por la luna llena, por la luna nueva,  para rejuvenecer el organismo, para sanar el espíritu, para manifestar abundancia, para lo que se nos ocurra.

Son innumerables las razones por las cuales el hombre se acerca a prácticas espirituales y creo que más allá de cuales sean las motivaciones, el efecto o beneficio que se obtienen de ellas, por lo general es positivo.

Sin embargo, paralelamente a este fenómeno, me pareció notar que también es muy frecuente, que se use la meditación como una manera de escapar de la realidad. Como un pretexto para no poner el cuerpo y hacernos cargo de lo que nos toca lidiar al enfrentar el desorden y desarmonía inherentes a esta dimensión, regidas por el tiempo y el espacio, en la que existimos, dentro de un cuerpo físico.

Meditar no significa escapar de la realidad. Tampoco es sinónimo de refugio para aquellas emociones incomodas o situaciones desafiantes. Si usamos la meditación como un pretexto para desconectarnos de la realidad, es muy factible que lo que sea que estemos intentando hacer bajo el nombre de meditación, sea solo un auto-engaño y jamás podremos conocer o disfrutar de los beneficios de esta práctica.

La mente humana  es como un caballo desbocado. Para la mente no hay diferencia entre lo real y nuestro dialogo mental, ambos producen sentimientos, emociones que determinan nuestras acciones, sobre las que vamos construyendo nuestra vida.  La mayor parte del tiempo no tenemos control sobre nuestros pensamientos, se suceden unos a otros, llegando a veces hasta hacernos colapsar. Dedicamos demasiada energía en preocuparnos por cosas que aún no han ocurrido o nos obsesionamos con hechos del pasado que no podemos cambiar. Por eso es tan importante cuidar la calidad de nuestros pensamientos y aprender a tomar el control de nuestra mente.

Meditar es habitar plenamente en el tiempo presente. Meditar es justamente lo opuesto de evadirse de la realidad. Meditar no es no pensar, es ampliar nuestro nivel de conciencia, abrir la mente completamente sin juzgar (que es lo que hacen lo pensamientos), para focalizarnos con toda nuestra atención en al aquí y el ahora. Aquí, entendido como la plena conciencia del cuerpo y el Ahora, la respiración.


Al poder desapegarnos de pensamientos que nos llevan constantemente al pasado o al futuro y nos  convertimos en un observador imparcial del presente, la hiperactividad mental se reduce, la mente descansa y el cuerpo se relaja. Se incrementa nuestra capacidad de concentración, de discernimiento, de resistencia física, mental y emocional.  En síntesis, la meditación, no debería ser usada como un pretexto para huir de la realidad, por el contrario, nos fortalece interna y externamente, acrecentando nuestras habilidades y recursos para poder lidiar de manera más eficiente con la realidad tal cual es.

sábado, 24 de agosto de 2013

Dime lo que observas y te diré quién eres

“La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla". (Gabriel García Márquez)

En el mismo momento en que tomé de mi biblioteca, el libro Para que no me olvides, de Marcela Serrano,  se deslizó en silencio el marcador de la Librería “ElAteneo”, en cuyo dorso se destacaba esta cita del gran García Márquez: “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla “.

Como si una  inteligencia superior hubiera estado leyendo mis confusos pensamientos de los últimos días y con el propósito de calmar mi atribulado espíritu, dejó caer ante mí esta frase que reflejaba con simpleza lo que estaba viviendo.

Volver a empezar, de alguna manera demanda repasar la historia personal, mirarse en perspectiva, recorrer mentalmente el camino otra vez y como la memoria es caprichosa, sólo nos muestra lo que queremos o podemos ver. Este revisionismo histórico, (que no deja de ser una gran nebulosa de interpretaciones), hecho en privado, en un monólogo con uno mismo, es mucho más cómodo o amigable, pero al compartirlo con otros, con nuevos integrantes de nuestro presente o inclusive con viejos conocidos, puede convertirse en un terreno muy hostil. Nos invade una variedad  de emociones que van desde el pudor, la vergüenza, la melancolía, la sensación de ridículo o la más plena dicha u orgullo por todo lo vivido.

En realidad, no sabemos cómo son las cosas. Sólo sabemos cómo las observamos o cómo las interpretamos. Vivimos en mundos interpretativos. Cada uno de nosotros observa la realidad de una manera diferente, pero ninguno de nosotros tiene la certeza de que las cosas son como decimos. “Dime lo que observas y te diré quién eres” y volviendo a la cita de Gabo, yo diría: dime qué y cómo recuerdas o interpretas tu pasado y te diré en quien te convertiste hoy.

Las interpretaciones nos dan o nos quitan poder. Según la manera en que elijamos contarnos nuestra historia se nos abrirán ciertas puertas y  otras se cerrarán. Siempre repito que el lenguaje no es inocente y toda proposición, toda interpretación, abre o cierra determinadas posibilidades en la vida.

No sólo actuamos de acuerdo a cómo somos, también somos de acuerdo a cómo actuamos. En este constante devenir de la vida, vamos mutando y cada aprendizaje, cada experiencia vivida, va construyendo nuestra identidad. Por eso no es extraño que después de un tiempo, cuando miramos atrás y contamos nuestra historia, los hechos podrán ser los mismos,  pero podemos mirarla y mirarnos con nuevos ojos, re-significarla, entenderla desde otra perspectiva y muchos episodios que en su momento carecían de todo sentido o sustento, hoy bajo la nueva luz del presente, resultan completamente lógicos y necesarios para ser y estar en donde estamos.

jueves, 22 de agosto de 2013

Soltar para Saltar




Intenso. Si tuviera que elegir una sola palabra para describir este último mes de mi vida, creo que “intenso”, es el adjetivo que mejor lo define. Pensándolo bien, creo que me quedo corta si lo aplico sólo a este mes. Desde hace un poco más de un año mi vida goza y padece al mismo tiempo, de un vértigo digno de un película de Indiana Jones. Cambié mi lugar de residencia, con todo lo que eso implica: cambié de país, de provincia, de ciudad, de casa, de cama y hasta de almohada!!! Cambió  el clima, el idioma, el horario, las comidas, las costumbres. Cambiaron mis rutinas, esas mal ponderadas jaulas de las que renegamos, pero que secretamente añoramos cuando las perdemos, porque nos sostienen, nos dan dirección.

Todo este gran movimiento surge como consecuencia de “El Gran Cambio”: el de mi situación sentimental. La Vida me regaló un Amor, El Amor  y me puso de cara con la maravillosa tarea de rediseñar mi vida toda. Fue un salto al vacío pero sin vacilar me aferré a esta oportunidad con todo mi cuerpo y alma. Con todo mi amor y compromiso, sabiéndome una bendecida porque no siempre nos regalan segundas partes.

Este saltar a una nueva vida exigía dos grandes desafíos para mí:

  • Dejar atrás toda una forma de vida y con esto quiero decir: dejar hogar, familia, amigos, trabajo, pasatiempos, que constituían mi mundo, mi ser, mi identidad. 

Así fue como empecé a transitar esta nueva etapa de mi vida. Casi desnuda, descalza y prácticamente en carne viva. Porque disponerse a construir un vínculo con otro, en alguna medida mata nuestra vieja identidad y da nacimiento a una nueva.

No soy lo que la sociedad llamaría una mujer enamoradiza, tampoco me reconozco como una romántica. Es más, en los últimos años de mi vida, tuve una postura bastante escéptica sobre el amor de pareja. ¿Se preguntarán qué fue lo que me motivó entonces a tomar semejante riesgo? Yo también me lo pregunté muchas, muchas veces y mi respuesta es la misma. No varía, ni cuando el mundo me parece perfecto, ni cuando  se convierte en el más desolado de los desiertos. Si te pasaste la vida añorando con todo tu ser un buen amor, un amor sano, auténtico y correspondido; el día que te cruzas con él y podes reconocerlo, ese día la fuerza de seguir a ese amor es mucho más poderosa que cualquier miedo

Estoy convencida también, que no hay espacio para una entrega o comunión verdadera sin animarnos a volvernos completamente vulnerables. ¡Asusta, si!! Por momentos paraliza pero es crucial para que el encuentro de almas se produzca y no se convierta en un mero intercambio inconducente de energías.

No voy a negar que ansío más estabilidad, que tantos cambios generan agitación pero entiendo también, son necesarios cuando el propósito es tan grande y transformador. Para poder soltar y saltar, se necesita amor, coraje y confianza. Estos en definitiva, son los tres pilares que sostienen mi nuevo universo.

lunes, 8 de julio de 2013

Ritual de Luna Nueva

“Los rituales nos ayudan a ver lo que de otra manera olvidaríamos ver”

 Hoy tenemos Luna Nueva. Este puede ser un dato intrascendente para muchos, no así para los que sabemos que somos parte de un todo y que la energía del universo tiene influencia no sólo sobre nuestro planeta, sino también sobre todos los seres vivos que habitamos la Tierra.

Las fases de la luna afectan a todas las cosas en la naturaleza que contengan agua, incluyendo los seres humanos, que somos agua en un 70%. Las fases de la luna son determinadas por la posición relativa de la luna al sol. El sol y la luna ejercen una gravitación en la tierra, que, según sus posiciones relativas, crean diversos ciclos y experiencias energéticas. La energía de la Luna Nueva corresponde a una energía contractiva, que nos lleva a una sensación reflexiva y estable, pero también pesada y más pasiva físicamente.

Al reunirse el sol y la luna marcan el inicio de un nuevo ciclo favorable para cualquier cambio que queramos hacer e iniciar nuevos proyectos. El organismo está más dispuesto a una desintoxicación, a una nueva dieta más saludable, ya que contamos con mayor serenidad para eliminar los excesos  y lograr un mayor autocontrol.Es el momento de mayor fuerza lunar para comenzar proyectos postergados y para generar lo que deseamos ver manifestado en nuestras vidas.

Yo soy una amante de los rituales. Creo que con el tiempo, vamos olvidándolos o privándolos de su sentido mágico. Nuestras vidas están cada vez más llenas de rutinas. Vivimos  aturdidos, repitiendo tareas, palabras y acciones como autómatas, con el sólo objetivo de lograr un fin práctico.

Los rituales se parecen a las rutinas. Ambos tienen un orden pre-establecido a seguir, que se repite de una determinada manera pero la gran distinción radica en el sentido que le damos a esas acciones. El rito pertenece al mundo de lo simbólico y lo ordinario se convierte en extraordinario durante la celebración del ritual. Normalmente invocamos a una fuerza superior que nos guie y ayude a conseguir un mayor nivel de consciencia, que  puede revelarse en distintos ámbitos de nuestras vidas.

La energía de este día, es la del potencial puro.Todo está en estado de semilla, esperando a  ser creado.Invocando la fuerza de la energía lunar de hoy, diseñé un simple y personal ritual, en el cual anoté 10 intenciones que voy a leerle en silencio a la luna esta noche, para que se manifiesten:

  1. Elegir alimentos más saludables para mi dieta.
  2. Agradecer todos los días.
  3. Mantener mí practica regular de yoga.
  4. Estar menos tiempo conectada a Internet.
  5. Leer más.
  6. Poner menos resistencia al presente. Practicar la aceptación. Fluir.
  7. Prestar atención a la calidad de mis pensamientos.
  8. Abrazar la incertidumbre con serenidad.
  9. Creer en mí, en mi capacidad para lograr mis sueños.
  10. Tener fe.


Amén!

lunes, 1 de julio de 2013

El Motor de la Vida

"Sé el cambio que quieres ver en el mundo". Gandhi.

Hace unos días, en una conversación con mi hija, me acusó (porque ese fue el tono de usó) de ser una amante de los cambios, como si fuera algo malo. Después de haber dejado decantar la conversación por un tiempo, pude confirmarme el tono de acusación de sus dichos y reinterpretar su frase: “vos adoras las cambios”, por, “tu forma de vivir me desestabiliza y no me gusta”. Y yendo un poco más profundo, ahora escucho: “tengo miedo a los cambios”

Este episodio me sirvió para reflexionar sobre mi actitud frente al cambio. Al igual que muchos, puesta a enfrentar cambios, lo primero que me ocurre es oponerme, resistirlos. Cambiar el statu quo de la vida, en mayor o menor medida, puede tomar la forma de una amenaza. Tenemos miedo y tendemos a pensar primero, en todo lo que podemos perder, en lugar de focalizarnos en todas las nuevas posibilidades que pasarán a estar disponible para construir una nueva y mejor vida.

Con el tiempo, entendí que evitar los cambios es una quimera. Pretender controlar el presente o el futuro, es imposible, aun suponiendo que si no me muevo, no alteraría nada en mi universo más próximo y todo se mantendría estático.¡Falso! La vida es cambio permanente. Pero así como el cambio es ineludible, insoslayable, el crecimiento personal es opcional. A no confundir cambios superfluos de hábitos o conocimientos con evolucionar, que es resultado de experiencias transformadoras,  que nos hacen mirar, estar y actuar en la vida de una perspectiva completamente diferente.

Tener una buena disposición al cambio no me convierte en una persona inestable o improvisada. En un mundo dominado por lo efímero, aprender a ser flexible y adaptarse, es casi una cuestión de supervivencia. En el devenir de la vida, nos enfrentamos a múltiples obstáculos, que nos obligan a cambiar nuestros más prolijos y bien intencionados planes. Cada piedra, es una lección y como expresa este dicho Zen: “El obstáculo es el camino”. El desafío más constante es no perder o confundir el propósito, avanzando con determinación.


Este pensamiento de Carl Rogers, es mi mejor defensa ante la acusación de mi romance con el cambio: "Me doy cuenta de que si fuera estable, prudente y estático viviría en la muerte. Por consiguiente acepto la confusión, la incertidumbre, el miedo y los altibajos emocionales, porque ése es el precio que estoy dispuesto a pagar por una vida fluida, perpleja y excitante”.