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miércoles, 28 de agosto de 2013

¿Meditar para escapar?

“La huida no ha llevado a nadie a ningún sitio” (Antoine de Saint-Exupery)

Si bien meditar es una práctica milenaria, pareciera haberse puesto muy de moda en este último tiempo. Cada vez es más común escuchar hablar de distintas prácticas de meditación: meditación Budista, Zazen, Transcendental, Vipassana, Kabbalah, Mantra, Sufi, Dzoghen, Chakra y algunas otras más.

También es frecuente la realización de  encuentros o eventos masivos para meditar por diversos temas tales como: la paz del mundo, curar el planeta, por la luna llena, por la luna nueva,  para rejuvenecer el organismo, para sanar el espíritu, para manifestar abundancia, para lo que se nos ocurra.

Son innumerables las razones por las cuales el hombre se acerca a prácticas espirituales y creo que más allá de cuales sean las motivaciones, el efecto o beneficio que se obtienen de ellas, por lo general es positivo.

Sin embargo, paralelamente a este fenómeno, me pareció notar que también es muy frecuente, que se use la meditación como una manera de escapar de la realidad. Como un pretexto para no poner el cuerpo y hacernos cargo de lo que nos toca lidiar al enfrentar el desorden y desarmonía inherentes a esta dimensión, regidas por el tiempo y el espacio, en la que existimos, dentro de un cuerpo físico.

Meditar no significa escapar de la realidad. Tampoco es sinónimo de refugio para aquellas emociones incomodas o situaciones desafiantes. Si usamos la meditación como un pretexto para desconectarnos de la realidad, es muy factible que lo que sea que estemos intentando hacer bajo el nombre de meditación, sea solo un auto-engaño y jamás podremos conocer o disfrutar de los beneficios de esta práctica.

La mente humana  es como un caballo desbocado. Para la mente no hay diferencia entre lo real y nuestro dialogo mental, ambos producen sentimientos, emociones que determinan nuestras acciones, sobre las que vamos construyendo nuestra vida.  La mayor parte del tiempo no tenemos control sobre nuestros pensamientos, se suceden unos a otros, llegando a veces hasta hacernos colapsar. Dedicamos demasiada energía en preocuparnos por cosas que aún no han ocurrido o nos obsesionamos con hechos del pasado que no podemos cambiar. Por eso es tan importante cuidar la calidad de nuestros pensamientos y aprender a tomar el control de nuestra mente.

Meditar es habitar plenamente en el tiempo presente. Meditar es justamente lo opuesto de evadirse de la realidad. Meditar no es no pensar, es ampliar nuestro nivel de conciencia, abrir la mente completamente sin juzgar (que es lo que hacen lo pensamientos), para focalizarnos con toda nuestra atención en al aquí y el ahora. Aquí, entendido como la plena conciencia del cuerpo y el Ahora, la respiración.


Al poder desapegarnos de pensamientos que nos llevan constantemente al pasado o al futuro y nos  convertimos en un observador imparcial del presente, la hiperactividad mental se reduce, la mente descansa y el cuerpo se relaja. Se incrementa nuestra capacidad de concentración, de discernimiento, de resistencia física, mental y emocional.  En síntesis, la meditación, no debería ser usada como un pretexto para huir de la realidad, por el contrario, nos fortalece interna y externamente, acrecentando nuestras habilidades y recursos para poder lidiar de manera más eficiente con la realidad tal cual es.