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domingo, 29 de noviembre de 2020

Por qué confiamos y por qué dejamos de confiar?

“Confía, pero verifica”

Hoy quiero hablarte de la confianza, porque en estos tiempos donde todo cambió tan abruptamente, nos enfrentamos todos los días a un nivel muy alto de incertidumbre y es por eso que la confianza es la emoción clave que nos va a ayudar a transitar por este momento tan particular, tanto en la vida profesional, en los negocios, como en la vida personal.

Para mi la confianza no es solo una virtud social, sino también un impulsor económico, es el ingrediente fundamental sobre el cual se construyen todas las relaciones y dependiendo de cuan solida sea esa emoción, el vinculo será mas fuerte o mas frágil.

La confianza es ese sentimiento que nos impulsa a actuar, es esa disposición emocional que se transforma en el motor de c/u nuestras acciones. Cuando siento confianza, me animo a lo desconocido y en consecuencia a puedo crear, innovar, proponer ideas y producir cambios. ¿Pero que pasa cuando no la siento? Cuando tenemos desconfianza tendemos a cerrarnos y a protegernos. 

¿Cuantos negocios no se concretan por falta de confianza en el otro? ¿Cuantas relaciones entre amigos o parejas se terminan por crisis de confianza? ¿Y Cuantas veces nos quedamos paralizados porque perdemos la confianza en nosotros mismos? Por eso hoy me gustaría que exploremos juntos esta idea: por qué confiamos o dejamos de confiar. 

Para eso te voy a proponer que te imagines a la confianza como una mesa, que solo está firme si sus 4 patas que la sostiene están sólidas. 

-La primera pata es la Competencia: y con competencia me refiero a la evaluación que hacemos de las habilidades de una persona para poder cumplir con lo que se compromete a realizar. Por ejemplo: ¿te animaría a confiar la contabilidad de tu empresa a un exitoso chef? Probablemente no. Quizás sea un excelente profesional de la gastronomía y muy trabajador, pero la contabilidad no es su tema. Podrías confiar en su sinceridad, pero si no tiene la competencia o los conocimientos necesarios, seguramente no vas a darle esa tarea. La competencia tiene que ver con los recursos, habilidades y conocimiento que una persona tiene para realizar una tarea determinada.

-La segunda pata es la Sinceridad: y esta es una de las patas fundamentales de la Confianza. Si las personas con las que te relacionas no te perciben sincero, su confianza en ti se verá afectada. Y viceversa, si no percibes sinceridad en el otro, va a ser muy difícil creer y confiar en esa persona.
Y cuando hablo de sinceridad me refiero a la coherencia entre lo que pensamos y sentimos internamente, y lo que decimos y hacemos externamente. Cuando esa coherencia se rompe, es muy difícil construir confianza.

-La tercera pata es la CREDIBILIDAD: esta pata tiene que ver con la responsabilidad y la palabra responsabilidad, etimológicamente hablando nos remite a la capacidad que tenemos para responder. Según como sea el historial de promesas cumplidas de esa persona, confiaremos mas o menos en ella. Y esto está íntimamente ligado con el compromiso, que es la cuarta pata de la confianza.

El Compromiso: cuanto mayor sea el involucramiento o compromiso que percibamos tiene persona para cumplir lo que prometió, mayor será la confianza que nos inspire. Porque todos Podemos tener inconvenientes que nos hagan incumplir con una promesa, inclusive todos podemos equivocarnos, ¡errar es humano dicen!, Pero si de verdad estamos comprometidos y nos sentimos responsables, vamos a responder de tal manera para poder cumplir y restablecer esa confianza.

Muchas veces vemos como relaciones laborales, personales o de negocio se deterioran o se terminan, sin entender porque, qué es lo que ocurrió para llegar a un punto de no retorno. Y por lo general es porque hubo una crisis de confianza que no fue bien gestionada.  Es común ver que porque uno o dos de estos 4 aspectos de la confianza falló, se descarte toda la relación.
Poder distinguir estas 4 dimensiones puede ayudarte a entender mejor porque ocurren estas cosas. Si tienes un negocio online por ejemplo y no logras incrementar tus ventas quizás tengas que revisar si estas generando la confianza necesaria para hacer que los clientes se sientan seguros a la hora de comprar lo que ofreces y dentro de este análisis, tendrás que preguntarte: ¿es falta de conocimiento? ¿Necesito capacitarme mejor para llevar adelante mi negocio? ¿O es falta de sinceridad? ¿Mis clientes perciben que o que estoy prometiendo no es lo que ellos reciben? ¿Quizás debo trabajar en mi credibilidad y buscar mas testimonios, por ejemplo? ¿O necesito mostrar mayor compromiso para resolver fallas o reclamos de mis clientes?

Hacerte estas preguntas va a ayudarte a tener un diagnostico y descubrir que quizás solo tengas que ajustar una de esas 4 patas pata destrabar la situación y hacer que el vinculo con tu cliente fluya.

O por ejemplo si tienes un socio que es brillante, tiene un gran conocimiento sobre como llevar adelante el negocio, pero como nunca cumple con la tarea que le toca realizar, eso te genera el doble de trabajo a ti. En lugar de poner todo en una sola bolsa y decir “no puedo trabajar más con en esta persona” y terminar con la sociedad, quizás este análisis de la confianza pueda ayudarte a pedirle tu socio que sea más sincero a la hora de dar su palabra, que solo tome compromisos que pueda cumplir y así evitar seguir deteriorando la confianza y poniendo en riesgo la sociedad.

Las 4 patas de la confianza son igualmente importantes en cualquier relación y la falta o fragilidad de alguna de ellas seguramente la hará tambalear y hasta puede ponerla en riesgo. Animarse a pedir feedback y preguntar: en qué fallé o en qué puedo mejorar; son preguntas claves para cuidar la confianza. O si estás en una relación que te interesa, y pudiste identificar cual de esos 4 pilares puso la relación en riesgo, en lugar de descalificar todo el vinculo, podrías animarte a tener una conversación para hablar puntualmente de lo que necesitas que mejore para que la confianza se reestablezca. De esa manera le vas a dar a esa relación una nueva oportunidad e inclusive puede llegar a fortalecerse.

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viernes, 16 de noviembre de 2018

¿Qué es la ecuanimidad?

"La ecuanimidad es la compañera perfecta de la compasión" 


Como dice Roshi Joan Halifax, se necesita de una gran fortaleza en la espalda para sostenernos en medio de la adversidad. Y esa es la cualidad mental de la ecuanimidad.
Pero también es necesario un frente suave; la capacidad para estar abiertos al mundo tal y como es.


Es la espalda fuerte que da soporte al suave frente de la compasión. Estas cualidades interdependientes son la base para el trabajo efectivo con el sufrimiento.
La ecuanimidad nos permite la calma radiante, la paz y la confianza que recibe el mundo y al mismo tiempo nos hace posible dejarlo ir.


domingo, 30 de marzo de 2014

El Club de los Ofendidos

"El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas." Ward William George 

Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Como frase alentadora, me parece fantástica porque la esperanza es el combustible emocional que mantiene la vida en movimiento.

Ahora, una cosa muy distinta son las expectativas. Si bien ambas palabras contienen una situación de espera como condición, la esperanza, está basada en la confianza en que ocurrirá o se logrará lo que se desea, mientras que la expectativa, está orientada a esperar que ocurra lo que queremos conseguir, sin involucrarnos en ninguna acción o decisión por nuestra parte. La expectativa nos pone en una situación pasiva, donde nos convertimos en jueces de resultados que no dependen de nosotros y según como estos sean, nos sentiremos los seres más afortunados del planeta, con todos los astros conspirando a nuestro favor,o en unas pobres víctimas, ya sea de las circunstancias adversas de turno o de las acciones de terceros, que nos resultan injustas e inmerecidas.

Todos estuvimos alguna vez en uno de estos escenarios. Quizás todavía, saltamos de un lado a otro, sin definirnos si queremos pertenecer al Club de los Afortunados y ser los creadores de nuestro destino, o ser parte del Club de los Ofendidos, escudados en la queja estéril por ser víctimas de las injusticias del mundo. El Club de los ofendidos, nuclea a todas esas personas que sienten que son tratadas injustamente, personas que esperan acciones de los demás, que nunca están a la altura de sus expectativas.  Están convencidos que las respuestas que reciben no son las que merecen y esa es la razón por la cual viven ofendidos. También están resentidos, porque  sienten que no se les reconoce su valor, su dedicación, su importancia, su bondad, su entrega y entienden que son sometidos a situaciones inmerecidas. El resultado de esto por lo general es el enojo y el resentimiento, que se expresa a través de la queja improductiva.

¿Quién no tiene un amigo ofendido porque no lo llamaste (cuando él lo esperaba)? Justo ese amigo que cada vez que lo llamaste para hacer algo, nunca pudo y tampoco se tomó el tiempo para devolverte el  llamado en los últimos 3 meses.
O el amigo que se ofendió porque se enteró por un tercero que te separaste y hacía más de dos años que no tenían ningún tipo de contacto!
O el pariente que se enojó porque no le contestaste un mail en cadena  que te envió a vos y 20 personas más, con las últimas reflexiones sobre la vida Zen.
O el compañero de trabajo que se siente ignorado porque esperaba ser invitado a tu fiesta intima de aniversario, donde solo participaron tu mujer y tus hijos!
Ni que hablar de las situaciones que se generan con las relaciones virtuales!! La cantidad de enojos y ofensas que resultan por no haber puesto un “me gusta”  a una foto, o por no seguir a un conocido en twitter, que si es un seguidor tuyo!!

Si pudiéramos entender que las expectativas no son promesas. Que las expectativas pertenecen a nuestro ámbito íntimo personal y que los demás no tienen la obligación de adivinarlas, ni de cumplirlas. Si pudiéramos aprender a pedir lo que necesitamos o queremos, aceptando que al otro lo asiste el derecho legítimo de acceder o negarse a nuestro pedido. Si sólo pudiéramos hacer estas distinciones, seguramente no existiría el Club de los Ofendidos y la cultura de la queja ­­­­­ya se habría extinguido.

domingo, 12 de enero de 2014

Tras el velo del desánimo

“El único límite a nuestros logros de mañana son nuestras dudas de hoy” (Franklin Delano Roosevelt)

Cuando el desánimo ataca, se parece a un virus, que avanza silencioso, contaminando distintas áreas de nuestras vidas. Así, un buen día, nos descubrimos paralizados, ahogados en un océano de frustración, dejando nuestros deseos más preciados, en una costa cada vez más lejana. Respiramos lamentos y dudas sobre nuestras competencias o lo que es peor, sobre nuestro merecimiento. Con la mirada nublada, nos debatimos sobre si es el momento de renunciar a nuestros sueños, o persistir en la búsqueda de ellos. Sería muy bueno poder identificar qué hay detrás de todas estas emociones, para aprender cómo mantener el entusiasmo en momentos de aparente estancamiento.

Seguramente no hay una sola explicación válida y variará según quien lo viva y sus circunstancias. Después de un tiempo, descubrí que en mi vida, el desánimo aparece asociado a mi autoestima, al manejo de las expectativas en función de los resultados, al ejercicio de la paciencia y de la confianza.

Las personas con un sentimiento de autoestima sana y equilibrada, que reconocen sus capacidades y valor, así como también su vulnerabilidad, por lo general tienen mejores respuestas, cuando obtienen resultados que no corresponden con sus expectativas. No se victimizan, ni responsabilizan a terceros por sus frustraciones.

Aprender a generar expectativas prudentes, en función a los recursos con los que contamos, evaluando riesgos e identificando cuáles son los factores que dependen de uno y cuáles no, ayudan a generar escenarios realistas y a evitar cargas de stress innecesario. El desánimo por lo general aparece, cuando la brecha entre nuestras expectativas y nuestros resultados, nos parece insuperable. O cuando consideramos que el resultado obtenido es insignificante, en comparación con nuestro esfuerzo.

Ser pacientes, es una de las claves para no claudicar en medio del proceso. El ejercicio de la paciencia tiene que ver con saber identificar cuál es el punto del camino en el que estamos, qué  llevamos recorrido y qué necesitamos aprender para encarar lo que nos queda por andar. Muchas veces, conseguir una meta, implica el desarrollo de nuevas destrezas o habilidades. Nos dejamos ganar por la impaciencia, cuando no aceptamos que la adquisición de una nueva competencia no se da un día para el otro y que pasa por una serie de etapas. Saber identificar esas etapas, baja el nivel de ansiedad y desanimo, es lo que nos lleva a no desistir, sino a insistir.

La confianza, es otro condimento crucial en esta ecuación, que va de la mano con nuestra autoestima. Tal como lo expresa la famosa frase de Henry Ford “Tanto si crees que puedes como si crees que no, tendrás razón”. Es una cuestión de confianza. Confiar en uno mismo, es sentir la convicción que podemos conseguir nuestros objetivos. Implica sostener la seguridad que podemos lograr lo que nos propongamos y que contamos con la capacidad y recursos para hacerlo, aun en los momentos de adversidad.  

Es también aprender a confiar en el proceso, sobre todo cuando los resultados del momento, no son los anhelados. Quizás haya muchos aprendizajes  previos y  necesarios antes de alcanzar la meta.

El único límite a nuestros logros de mañana, son nuestras dudas de hoy. Lo importante es dar el primer paso y no rendirse ante los obstáculos. Atender las señales que vamos recibiendo, rediseñar si es necesario y aunque no veamos el camino completo, confiar que el mismo va a ir desplegándose mientras avanzamos.


domingo, 17 de noviembre de 2013

Cuando las acciones hablan

“Las cosas no se dicen, se hacen, porque al hacerlas se dicen solas” (Woody Allen)

Me llevó un tiempo largo entender que entre las acciones y las palabras, siempre terminan pesando más las primeras.  El famoso refrán; “a las palabras se las lleva el viento”, o también el no menos popular dicho: “el camino al infierno está empedrado con buenas intenciones”, no hacen más que confirmar mi aprendizaje. En definitiva, nuestro destino se construye con cada una de nuestras acciones, desde las más sencillas e insignificantes, hasta las transcendentales, esas que cambian de un momento a otro, el rumbo de nuestras vidas.

Para llegar a esta incuestionable (al menos para mí) conclusión, empecé por prestar mucha atención al lenguaje corporal, no sólo al de otras personas, sino también al propio. Poner el cuerpo, es entrar en acción y según cómo lo hagamos, se revelarán nuestras verdaderas intenciones y creencias. Experimenté el desconcierto y confusión que surge cada vez que las palabras dicen una cosa y el cuerpo o las acciones, claramente expresan otra. Así como también entendí cuánto más fácil es establecer vínculos de confianza, conmigo misma y los demás, cuando hay correspondencia y consistencia, entre lo que se piensa, se dice y se hace.

El mensaje de las acciones, empezando por el lenguaje corporal es tan poderoso, que ni el más virtuoso actor podría emocionarnos o convencernos de lo que transmite con palabras, si su cuerpo no se expresa en concordancia. Es también a través del cuerpo que podemos hacer el camino inverso. El lenguaje corporal influye tanto en cómo nos ven los demás, pero también puede cambiar la manera en cómo nos vemos a nosotros mismos.

Quiero compartir este video, de la psicóloga social Amy Cuddy, que muestra cómo las "posturas de poder", mostrar una actitud de seguridad, aun sintiéndose inseguro, pueden alterar los niveles cerebrales de testosterona y cortisol, e incluso mejorar nuestras probabilidades de éxito.




Muchos conciben al cuerpo como si fuera una máquina desconectada de sus aspectos mentales, emocionales y su estilo de vida; asumen a la salud, no como el estado natural de una vida en equilibrio, sino como un estado sobre el que no tienen ninguna injerencia.  En general, no sabemos cómo escuchar las señales del cuerpo, ni cómo atender sus necesidades, sus procesos y sus posibilidades. No le damos la respiración adecuada, ni la alimentación, limpieza, estiramiento o el ejercicio necesario. Tampoco consideramos la importancia de generar serenidad interior, pensamientos positivos,  para que las células, órganos y el ser material, como una entidad integral receptiva, cambiante y maravillosa, pueda estar saludable.

Al entender que cuanto más fina es la sintonía con nuestro cuerpo, cuanto más estrecha y profunda es nuestra conexión con él, seremos capaces de interpretar y responder mejor a sus mensajes. Quien logra bienestar y claridad en el cuerpo y en la mente, de algún modo lo refleja en sus palabras, gestos y acciones, generando coherencia con sus deseos, además de salud y armonía en su vida.

sábado, 26 de octubre de 2013

La palabra rota

"Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol."  Martin L. King

Construir el futuro es una cuestión de confianza. La confianza, es una emoción que conlleva una entrega al devenir.

Cada vez que hacemos una promesa, cada vez que acordamos llevar a cabo un proyecto, que tomamos un compromiso, sólo podemos saber cuán sinceros estamos siendo nosotros, con respecto a esa acción. Generar confianza, implica estar dispuesto a crear transparencia y a eliminar la incertidumbre en el otro. También sabemos que es una especie de salto al vacío, que no hay certezas de la intención de los terceros con los que nos involucramos. Nos dejamos llevar por la intuición, hacemos una presunción de confiabilidad, aceptando que no hay garantías de ningún tipo.

Extraño las épocas en las que se usaba la expresión:“te doy mi palabra”. Esa declaración de honestidad, casi un juramento de buena fe, que se hacía mirándose a los ojos y estrechándose las manos, a modo de sello de un pacto de honor. Con eso bastaba y no quedaba lugar para dudas o desconfianzas. Hoy, lamentablemente, esta, como tantas otras buenas costumbres, fueron burladas y quedaron en el olvido.

El valor de la palabra se sostiene con la consistencia y coherencia de los hechos que le suceden. Si eso se quiebra, la palabra queda bastardeada, vacía de significado y legitimidad.  Desnuda e impotente, degradada a un conjunto de símbolos inconexos e ininteligibles, sólo puede generar caos, dolor y confusión.

Sinembargo y sin pecar de ingenua, aún creo en el poder de la palabra.
Como el Verbo que se hizo carne, creo en el poder creador de la palabra.
La palabra como potencial puro, como semilla de nuevos mundos y oportunidades.
Creo en la palabra como sostén y guardián de promesas, deseos, ilusiones.
Creo en la alquimia de la palabra, que abraza el desconsuelo y lo transmuta en esperanza.
Creo en la palabra que seca lagrimas para dibujar sonrisas.
Creo en la palabra como el nectar sagrado que nutre, fortalece y consagra el amor entre los hombres.

Puedo encontrarme una y mil veces con palabras rotas, aun así, sé desde lo más profundo de mi ser, que la construcción del futuro, depende casi exclusivamente de mi capacidad de comprometerme, de vivir desde la confianza y de ser confiable.


lunes, 16 de septiembre de 2013

Cómo salvarse de un manipulador y no morir en el intento


"Respetar es dejar ser"

Según el Lic. Renny Yagosesky , la manipulación es el intento o el acto de manejar a las personas según nuestro beneficio particular; de controlarlas o dominarlas sin convencerlas, sin contar con su disposición voluntaria. Por lo general, la manipulación daña la autoestima de la persona que es víctima de este acto, quien siente presión y violencia, porque es obligada.

Todos, en menor o mayor medida, hemos tenido que lidiar con un manipulador. Desde progenitores, parejas, amigos, colegas, jefes, hijos, pero es innegable que la manipulación es un recurso cotidiano y habitual en las relaciones humanas.

Hay presas más fáciles, que caen desprevenidas en las garras de estos magistrales operadores del control. Otros, más observadores o quizás, por haber sido víctimas consuetudinarias de estos depredadores de la buena fe, aprendieron cuál es la táctica para reconocer sus engaños.

Hay manipuladores de todo tipo, generalmente suelen ser poco empáticos, egoístas y crueles.  Les obsesiona tener el control, se ilusionan con la idea de pulsear con la realidad y vencerla siempre, para obtener los resultados que ellos juzgan como los mejores. En ocasiones actúan de manera inconsciente pero por lo general saben bien lo que hacen y a donde quieren llegar. No consideran que estén obrando mal, simplemente usan herramientas para que se haga su voluntad, convencidos que es lo mejor para los demás y para sí mismos. No con poca humildad, se reconocen  como “los portadores de la verdad y sólo ellos saben cómo son las cosas”.

Un manipulador, no es otra cosa que un ladrón de energía,  una persona caprichosa y consentida que no acepta otro punto de vista que no sea el suyo. Es intolerante y está dispuesto a todo con tal de salirse con la suya. A la hora de imponer sus chantajes emocionales, no hay escrúpulo que lo detenga.

Al cabo de unos años de haber sufrido la manipulación desde muy cerca, creo haber identificado algunos recursos efectivos para neutralizar las estrategias del manipulador y no terminar condenado a ser una marioneta en sus manos.

Sacarle la careta y no entrar en el juego:
Para neutralizar a un manipulador lo principal es poder identificarlo. No es cuestión de gritárselo en la cara, ni de entrar en una batalla dialéctica o discusión inconducente, a pesar que el manipulador lo intentará siempre. La clave es justamente no plegarse a su juego para mostrarle que sus técnicas de guerrilla no funcionan y que no tiene sentido que lo siga haciendo con uno, porque se lo ha descubierto.
Romper la dependencia:
Sin dependencia no hay manipulación. El primer paso de un manipulador para lograr sus objetivos, es crear dependencia. Necesitan volverse imprescindibles en tu vida y ese es su principal eje de control.
Es crucial  cortar de raíz cualquier vínculo en el cual el manipulador sepa o crea  que puede controlarte y que no tienes más alternativas que someterte a su voluntad.  
Resistir la culpa:
Una de las destrezas más implacables del manipulador es generar culpa. Hacerte sentir en deuda, victimizarse. El manipulador va a poner la responsabilidad siempre fuera de él.
Poder identificar este mecanismo y aceptar sólo la parte de la responsabilidad que te compete, con el tiempo te vuelve inmune a la culpa inmerecida.
Asertividad y firmeza:
El manipulador está constantemente indicándote lo que se debe o no se debe hacer, también cómo y cuándo hacerlo. Se creen depositarios de la verdad revelada y se regocijan mostrándote a vos y cuando pueden al mundo, cuán equivocado estas y cómo sufren a causa de ello.
Trabajar en la auto-confianza y aprender a poner límites con asertividad y firmeza, paulatinamente erosiona la obstinación y agresividad encubierta del manipulador, hasta que entiende que no hay espacios donde desplegar su maquinaria controladora.

La manipulación no tendría razón de ser si aceptáramos que no siempre las cosas van a resultar como queremos. También, si respetáramos y entendiéramos  que no podemos interferir en la libertad de los demás y creyéramos en el libre fluir de la vida.


La manipulación no funciona frente a personas con seguridad personal y buena estima. No resiste una mente y espíritu sano, con buenos recursos de asertividad, que es la clave para desarmar a estas conductas toxicas.

jueves, 22 de agosto de 2013

Soltar para Saltar




Intenso. Si tuviera que elegir una sola palabra para describir este último mes de mi vida, creo que “intenso”, es el adjetivo que mejor lo define. Pensándolo bien, creo que me quedo corta si lo aplico sólo a este mes. Desde hace un poco más de un año mi vida goza y padece al mismo tiempo, de un vértigo digno de un película de Indiana Jones. Cambié mi lugar de residencia, con todo lo que eso implica: cambié de país, de provincia, de ciudad, de casa, de cama y hasta de almohada!!! Cambió  el clima, el idioma, el horario, las comidas, las costumbres. Cambiaron mis rutinas, esas mal ponderadas jaulas de las que renegamos, pero que secretamente añoramos cuando las perdemos, porque nos sostienen, nos dan dirección.

Todo este gran movimiento surge como consecuencia de “El Gran Cambio”: el de mi situación sentimental. La Vida me regaló un Amor, El Amor  y me puso de cara con la maravillosa tarea de rediseñar mi vida toda. Fue un salto al vacío pero sin vacilar me aferré a esta oportunidad con todo mi cuerpo y alma. Con todo mi amor y compromiso, sabiéndome una bendecida porque no siempre nos regalan segundas partes.

Este saltar a una nueva vida exigía dos grandes desafíos para mí:

  • Dejar atrás toda una forma de vida y con esto quiero decir: dejar hogar, familia, amigos, trabajo, pasatiempos, que constituían mi mundo, mi ser, mi identidad. 

Así fue como empecé a transitar esta nueva etapa de mi vida. Casi desnuda, descalza y prácticamente en carne viva. Porque disponerse a construir un vínculo con otro, en alguna medida mata nuestra vieja identidad y da nacimiento a una nueva.

No soy lo que la sociedad llamaría una mujer enamoradiza, tampoco me reconozco como una romántica. Es más, en los últimos años de mi vida, tuve una postura bastante escéptica sobre el amor de pareja. ¿Se preguntarán qué fue lo que me motivó entonces a tomar semejante riesgo? Yo también me lo pregunté muchas, muchas veces y mi respuesta es la misma. No varía, ni cuando el mundo me parece perfecto, ni cuando  se convierte en el más desolado de los desiertos. Si te pasaste la vida añorando con todo tu ser un buen amor, un amor sano, auténtico y correspondido; el día que te cruzas con él y podes reconocerlo, ese día la fuerza de seguir a ese amor es mucho más poderosa que cualquier miedo

Estoy convencida también, que no hay espacio para una entrega o comunión verdadera sin animarnos a volvernos completamente vulnerables. ¡Asusta, si!! Por momentos paraliza pero es crucial para que el encuentro de almas se produzca y no se convierta en un mero intercambio inconducente de energías.

No voy a negar que ansío más estabilidad, que tantos cambios generan agitación pero entiendo también, son necesarios cuando el propósito es tan grande y transformador. Para poder soltar y saltar, se necesita amor, coraje y confianza. Estos en definitiva, son los tres pilares que sostienen mi nuevo universo.

jueves, 14 de marzo de 2013

¿El futuro: una cuestión de confianza?



"La confianza, como el arte, nunca proviene de tener todas las respuestas, sino de tener todas  las preguntas" (Wallace Stevens)

El futuro no existe. Sólo existe el presente. Parece una declaración trillada pero no por ello, menos cierta. El futuro es un diseño de posibilidades cuya  viabilidad está conectada con hechos del pasado y el presente.

Mi presente es hoy algo que un año atrás no hubiera soñado como posible. Es un gran deseo  hecho realidad. Cuando me pregunto qué cambió en mí para que esto, que se presentaba como un futuro inalcanzable, se concrete, fue sin dudas un giro en mi emoción y por ende, en  mis creencias. Empecé por aceptar que no podemos predecir el futuro y  que no sólo depende de uno. También entendí que por más difícil que parecía, si yo no le daba alguna chance de viabilidad en mi mente y en mi corazón, seguramente no se concretaría. Tenía que confiar, esa era la clave. Sin confianza, no habría posibilidades. Podría haber seguido otros caminos,  en contextos de resentimiento, enojo, miedo o tristeza, pero las posibilidades de construirlo hubieran sido distintas y menos efectivas. No fue un acto de fe, sino de confianza porque fue ella la que facilitó vencer la pulseada entre lo que creía  posible o imposible

Cuando digo que no tuve fe, es porque la fe es  la certeza de que ocurrirá lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Es la creencia en algo sin necesidad de que haya sido confirmado por la experiencia o la razón, o demostrado por la ciencia. Es como creer en la vida, después de la muerte. Yo no tenía esa fe.

 La confianza por el contrario, es una emoción que conlleva una entrega al devenir. Para construir el futuro, elegí confiar, aun sabiendo que me podía equivocar, que las cosas podrían salir de una manera no deseada. Sabía que estaba una vez más ante la encrucijada de permanecer cómoda, sin tomar riesgos y así garantizar el statu quo o dar un gran salto sin red, pero con la posibilidad de concretar lo que más anhelaba en mi vida.

Nunca dudé que era un riesgo que estaba más que dispuesta a correrlo. Prefería arrepentirme luego  de los resultados, si estos no eran los esperados a no haberlo intentado. De todas maneras, el arrepentimiento no es una emoción  que tenga muy a mano en mi repertorio. 

Invadida por la emoción de saber que mi vida estaba a punto de cambiar para siempre, no eludí mi necesidad de evaluar cuidadosamente lo que implicaba, cuidar mi conexión conmigo misma, con el otro u otros y el contexto. En ese momento me resultó  muy útil lo que alguna vez aprendí de  Rafael Echeverría, quien se refería a la confianza como una triada, una mesa sostenida por tres patascompetencias,credibilidad y sinceridad.

  1. Las competencias: tiene que ver con poseer los conocimientos y habilidades para hacer un determinada tarea.
  2. La credibilidad: que es la consecuencia del historial de promesas cumplidas.
  3. La sinceridad o la transparencia: y esta última está más ligada con la intuición, con esa energía que no es racional,  que nos predispone a  creer o no, en lo que nos están prometiendo. En definitiva, confiar siempre incluye estar dispuesto a crear transparencia y de eliminar la incertidumbre en el otro.

Es a través de la concreción de promesas,  como instalamos el  futuro en el presente y esto hace que la relación entre promesas y confianza sea clave. Hoy, mi realidad se despliega  a tracción de promesas cumplidas y por cumplirse, propias y ajenas. En el trayecto,  entendí que la posibilidad de  construir este presente y comprometerme, depende casi exclusivamente de mi capacidad de vivir desde la  confianza y ser confiable.