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sábado, 26 de octubre de 2013

La palabra rota

"Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol."  Martin L. King

Construir el futuro es una cuestión de confianza. La confianza, es una emoción que conlleva una entrega al devenir.

Cada vez que hacemos una promesa, cada vez que acordamos llevar a cabo un proyecto, que tomamos un compromiso, sólo podemos saber cuán sinceros estamos siendo nosotros, con respecto a esa acción. Generar confianza, implica estar dispuesto a crear transparencia y a eliminar la incertidumbre en el otro. También sabemos que es una especie de salto al vacío, que no hay certezas de la intención de los terceros con los que nos involucramos. Nos dejamos llevar por la intuición, hacemos una presunción de confiabilidad, aceptando que no hay garantías de ningún tipo.

Extraño las épocas en las que se usaba la expresión:“te doy mi palabra”. Esa declaración de honestidad, casi un juramento de buena fe, que se hacía mirándose a los ojos y estrechándose las manos, a modo de sello de un pacto de honor. Con eso bastaba y no quedaba lugar para dudas o desconfianzas. Hoy, lamentablemente, esta, como tantas otras buenas costumbres, fueron burladas y quedaron en el olvido.

El valor de la palabra se sostiene con la consistencia y coherencia de los hechos que le suceden. Si eso se quiebra, la palabra queda bastardeada, vacía de significado y legitimidad.  Desnuda e impotente, degradada a un conjunto de símbolos inconexos e ininteligibles, sólo puede generar caos, dolor y confusión.

Sinembargo y sin pecar de ingenua, aún creo en el poder de la palabra.
Como el Verbo que se hizo carne, creo en el poder creador de la palabra.
La palabra como potencial puro, como semilla de nuevos mundos y oportunidades.
Creo en la palabra como sostén y guardián de promesas, deseos, ilusiones.
Creo en la alquimia de la palabra, que abraza el desconsuelo y lo transmuta en esperanza.
Creo en la palabra que seca lagrimas para dibujar sonrisas.
Creo en la palabra como el nectar sagrado que nutre, fortalece y consagra el amor entre los hombres.

Puedo encontrarme una y mil veces con palabras rotas, aun así, sé desde lo más profundo de mi ser, que la construcción del futuro, depende casi exclusivamente de mi capacidad de comprometerme, de vivir desde la confianza y de ser confiable.