“El resentimiento es como tomar veneno esperando que la otra persona muera” (Carrie Fisher)
Los seres humanos somos seres emocionales y según la emoción en que habitemos,vamos a actuar en consecuencia. Alguna vez estudié a Humberto Maturana, quien sostiene que los estados de ánimo son como cristales a través de los cuales observamos el mundo. Si estamos de buen ánimo, el futuro y nuestras posibilidades serán brillantes; en caso contrario, veremos un mundo oscuro.
Hace unos días que vengo pensando en el resentimiento como estado de ánimo. ¿De dónde surge? ¿Qué lo provoca? ¿Qué beneficios trae sostenerlo?¿Para qué hacerlo? ¿Cómo te liberas de él?
El resentimiento es un estado de ánimo que tiene una conversación subyacente en la cual interpretamos que hemos sido víctimas de una acción injusta y en la que alguien aparece como culpable por lo que nos sucede (una persona, un grupo de personas, toda una categoría de individuos o incluso la vida misma o el mundo entero). El resentimiento no para aquí. Cuando estamos resentidos, sentimos deseos de castigar o vengarnos y ese deseo retroalimenta nuestro rencor.
El resentimiento se asemeja mucho al de la ira. La principal diferencia reside en que la ira se manifiesta abiertamente y el resentimiento permanece escondido. Se convierte en una conversación que crece en privado, es silenciosa y rara vez se manifiesta directamente o lo hacemos ante personas no adecuadas. Así toma la forma de queja ante terceras personas, quienes no pueden hacer nada efectivo para aliviarnos el enfado que sentimos cuando estamos resentidos.
Lo paradójico de esta situación, es que el resentimiento nos lleva a vivir en una permanente victimización, culpando a terceros por lo que esperábamos que sucediera pero no ocurrió. Estamos mucho más comprometidos en alimentar nuestro propio infierno, que en castigar a los supuestos responsables o en buscar una solución superadora de la ofensa (real o imaginaria). Para poder permanecer en ese rol de víctima, nos negamos a aceptar la pérdida sufrida y somos incapaces de ver nuestra parte de responsabilidad en la situación.
Como dice Nietzsche: “el resentimiento es un estado de ánimo que esclaviza a quien lo padece”. La única salida es el perdón, cuyo efecto liberador beneficia más al resentido, que al supuesto causante del dolor.
¿Siempre me intrigó entender por qué existe esa vocación por el sufrimiento? ¿Qué es lo que nos lleva a militar activamente en el dolor? ¿Cuál será el beneficio? ¿Podemos convertirnos en adictos a la infelicidad?
Encontré algunas respuestas en este breve video, basado en pensamientos de Eckart Tolle, quien también concluye que sólo podemos salvarnos a través del perdón.
Una Nueva Tierra - El cuerpo del dolor