lunes, 6 de agosto de 2018

La otra cara de la autocrítica: la autocompasión


"Sé amable con todos, pero especialmente, contigo mismo"


La autocompasión es lo contrario a tenerse lástima. 

Cuando me tengo lástima, habito en el lugar de la víctima y busco responsables externos por mis penurias.

La autocompasión tiene más que ver con tratarse a uno mismo con paciencia, cuidado y cariño. Cómo trataríamos a nuestra mejor amiga.

La autocompasión es una herramienta que nos permite protegernos contra la autocrítica destructiva, sin la necesidad de sentirnos superiores. También nos facilita capitalizar nuestro poderpersonal y liberarnos del perfeccionismo. 

La autocompasión viene de la mano de practicar la aceptación y la flexibilidad, dos habilidades claves, para liberarnos de las autoexigencias y para poder ser compasivos con los demás.

¡Sólo por hoy y un día a la vez, sé tu mejor amiga!

viernes, 6 de julio de 2018

¿Existe lo Correcto?

"La intención muestra la razón de ser de una acción"


Dentro de nuestra cultura occidental estamos todo el tiempo consciente o inconscientemente, juzgando si “esto está bien o mal”. Casi automáticamente decidimos qué es correcto y qué no, cotejándolo con lo que nos dice nuestra moral, valores y cultura en la que estamos inmersos.

Los budistas no se refieren a lo moral, ni apelan a la “corrección” para calificar las acciones de las personas, no usan los términos “bueno” o “malo”. Ellos observan si las conductas reflejan sabiduría o ausencia de ella y se van a referir a ellas como acciones “útiles” (Kusala) o “torpes” (Akusala).

Según la tradición budista lo que hace que una acción hecha a voluntad sea buena o mala o ética o no, es el estado de mente con el que se realiza. Si nuestras acciones están basadas en algunos de estos estados, tal y como dice el Dharma, serán torpes:
Odio: entendiendo como odio, como estados mentales negativos tales como enfado, rabia, frustración, resentimiento, etc.
Avidez: Entendiendo como avidez no solo la avaricia sino también estados de deseo neurótico, ansiedad, descontento con todo, envidia…
Ignorancia: Desde luego esta ignorancia no está referida a la ignorancia digamos académica o a la falta de conocimiento intelectual, sino más bien al no querer saber cómo son las cosas, al meter la cabeza debajo del ala, al egoísmo separador, a la ignorancia espiritual.

Por el contrario, si el estado de mente que sustenta nuestros actos está basado en:
Metta: Es decir en estados mentales creativos, amables, bondadosos y claros.
Generosidad: ser desprendido, desapegado y dispuesto a dar y darte.
Sabiduría: iluminación, apertura mental, con perspectiva amplia, con claridad de mente en vez de confusión etc.
Entonces nuestros actos son útiles o creativos, o sabios.

La ética dentro del budismo está más relacionada con la inteligencia y la comprensión de la existencia, que con la moralina. Es una herramienta para el desarrollo humano y un filtro de nuestras energías, motivaciones, estados de mente, relación con los demás etc. que actúa como purificador o refinería convirtiendo nuestro ser en más claro, ligero, limpio, y delicado.

jueves, 5 de julio de 2018

¿Para qué vivimos? - IKIGAI

 “El hombre se autorrealiza en la misma medida en que se compromete al cumplimiento del sentido de su vida”

En estos tiempos se habla mucho sobre tener clara nuestra visión de vida. Hay una invitación insistente a enfocarte en la visión y ponerte anteojeras no vaya a ser que te distraiga la visión periférica del mundo (que, a propósito, puede darte información valiosísima para poder ser previsor y ajustar tus planes en el camino a conseguir lo que deseas). En esa carrera maníaca por lograr el “éxito”, perdemos de vista quizás la pregunta más fundamental y profunda que podemos hacernos: ¿cuál es el propósito de nuestra vida? ¿Para qué vivimos?

Es importante tener clara la distinción entre visión y propósito.
Visión responde a preguntas tales como: ¿cómo me veo siendo y viviendo en el futuro? ¿Cuál es mi plan? En cambio, cuando nos preguntamos por el propósito de nuestras vidas estas apuntan a: ¿Para qué estoy viviendo? ¿Cuál es el fundamento de mi vida?

Una visión se refiere hacia dónde voy. Es un faro. El propósito es el para qué hago lo que hago. Es lo que le da sentido y energía inagotable a mi plan de vida. Conecta intrínsecamente con mis valores, pasiones y motivaciones. Está vinculado con la huella que dejaré cuando me haya marchado.

Una de las principales causas de estrés y depresión de estos tiempos es justamente esta locura de correr detrás del éxito y en el camino nos hundimos en la insatisfacción permanente, porque no importan cuanto logremos, nunca es suficiente. ¿Por qué? Porque no podemos conferirle un sentido a todo ese hacer.
¿Alguna vez has oído hablar de la palabra “Ikigai”?

Si es la primera vez que la oyes mencionar, prepárate para algo que nunca olvidarás.
Esta palabra que viene de la isla de Okinawa en Japón, significa “la razón por la que te levantas por las mañanas”. ¿Por qué es tan importante esta palabra en este lugar? Porque se ha demostrado que es una de las razones principales por las que Okinawa tiene una de las tasas de longevidad más altas de todo el mundo. Y es precisamente el tener su Ikigai presente cada mañana lo que les ayuda a levantarse con ganas, con motivación y a tener un Norte que les permita llevar una vida más significativa. Ellos tienen claro cuál es su propósito en la vida.

Te dejo la imagen que sintetiza el concepto de Ikigai, pero lo más importante del mismo apunta a que si logras realizarte en muchas áreas de tu vida, pero aun así, no llegas a impactar en el mundo, no habrás encontrado tu Ikigai. El Ikigai se completa sólo cuando puedes aportar tu granito de arena para que este mundo sea un mejor lugar para todos y para los que vendrán.

¿Qué Es La Intuición?

“Una intuición afortunada nunca es tan sólo cuestión de suerte. Siempre hay algo de talento en ello.” 


A la hora de tomar decisiones nos debatimos entre escuchar a nuestra razón u obedecer a nuestra intuición. ¿Pero qué es la intuición? La intuición es como una corazonada, una sensación que nos dicta cómo nos sentimos con respecto a determinadas experiencias. Es la habilidad para conocer, comprender o percibir algo de manera clara e inmediata, sin la intervención de la razón.

Pero ese conocimiento que aflora de forma aparentemente mágica es la síntesis de un montón de información que hemos procesado de forma inconsciente en nuestro cerebro. Esta información procede de la observación y la escucha verbal y no verbal, de los gestos y lenguaje corporal de otros, de comunicaciones anteriores que creíamos olvidadas, de conexiones entre acontecimientos y de las sensaciones percibidas en situaciones similares. Nuestra intuición, por lo tanto, va a estar moldeada por el tipo de observador que somos.

Aparentemente la intuición habita en el cerebro y no sería de naturaleza irracional. El neurocientífico alemán Gerd Gigerenzer afirma que nuestro cerebro inconsciente está continuamente haciendo inferencias que nos permiten tomar decisiones rápidas. El proceso de elección se basa en una serie de reglas generales que nuestro cerebro ha ido aprendiendo a lo largo de miles de años. Esas reglas forman parte de una especie de libro de instrucciones al que recurrimos ante cada situación y en el que hallamos respuestas rápidas y precisas. Si no fuera así, tendríamos que pensarlo todo y no haríamos nada. Las decisiones intuitivas son, muchas veces, más acertadas que las muy pensadas atendiendo a largas listas de pros y contras.

Pero para los fanáticos de seguir la intuición sin cuestionarla, a la hora de tomar decisiones es preciso tener presente que la misma estará impregnada por la particular manera que tenemos de interpretar el mundo. Por lo tanto, es muy importante no confundir nuestra intuición con cuestiones emocionales no resueltas, porque en ese caso, no estaremos dejando que nos guíe la intuición, sino reaccionando a nuestras emociones y creencias, ignorando información crucial para hacer buenas elecciones. Las emociones fuertes, particularmente las de enojo o frustración, nos desconectan de la intuición.

lunes, 19 de febrero de 2018

Uno ES en el HACER

¿Cuánto de tu vida es ficción o realidad?


Parte de mi trabajo como profesional es crear contenido para diferentes canales de comunicación, entre ellos las redes sociales. Estas son como una gran pantalla donde proyectamos lo que queremos mostrar y cómo queremos ser percibidos. Y como en el cine, muchas veces lo proyectado es pura ficción.

No dejo de sorprenderme como, desde diseñadores de moda, periodistas, artistas, médicos, deportistas y gente como vos y yo, protegidos tras diferentes dispositivos, jugamos por momentos a ser filósofos, coaches (hay de todos “tamaños y colores”), líderes, psicólogos, influencers y consejeros de los más variados temas y así, diariamente, saturamos estos canales con innumerables mensajes con la intención de causar ese esperado impacto.

Nos esperanzamos pensando que, con el simple hecho de publicar una linda imágen con una frase inspiradora, ya nos convertimos en mejores personas y en agentes de cambio para construir un mundo mejor. Vivimos en la ilusión de la inmediatez, creyendo que con tener un muro lleno de mensajes reflexivos y empoderadores – de nuestra autoría o de pensadores consagrados- será suficiente para manifestar una vida más armónica, con propósito y sentido.

No tengo nada en contra de las frases inspiradoras. Hay muchas que me parecen extraordinariamente sabias y ellas pueden expresar nuestras mejores intenciones. La mala noticia es: ¡con eso sólo no alcanza! Es exactamente lo mismo que ocurre cuando tengo mis más sinceras intenciones de empezar a hacer gimnasia y programo mi agenda, me inscribo, pago la membresía por tres meses, compro la ropa y zapatillas indicadas, pero al final nunca voy!

No basta con tener la intención, tenemos que tener el compromiso de pasar a la acción. De nada sirve que escriba hasta el cansancio sobre el respeto y la consideración sino no soy capaz de comportarme de esa manera y expresar esas intenciones en acciones concretas. Hay una gran diferencia entre TENER y HACER y creo firmemente que uno ES en el ejercicio del HACER.  Yo por ejemplo estudié y obtuve una certificación como profesora de yoga, avalada por la International Yoga Federation, pero soló siento que soy una profesora de yoga cuando ejerzo, cuando tengo alumnos y cuando doy clases. Cuando no lo estoy haciendo, sólo tengo esa certificación que legitima lo que estudié. Y es así como interpreto las intenciones porque tenerlas no siempre se traduce en acciones y si sólo se tratan de expresiones de deseos “de la boca para afuera”, el impacto que tendrán en nuestras vidas y en el mundo será nulo.

Si no estamos conformes con lo que la vida nos está devolviendo, tenemos que empezar a vibrar en una frecuencia diferente para poder manifestar lo que deseamos. ¿Y se preguntarán cómo se hace eso? Personalmente comienzo por poner atención a lo que me digo, a cómo me hablo, reviso mis creencias porque determinan mis pensamientos y son ellos los que disparan mis emociones, que a su vez definen mi forma de actuar.

Para que nuestras vidas no se limiten a ser una gran ficción, un mero reflejo de una cuidadosa selección clichés, frases hechas y declaraciones de intenciones que quedan en la nada, necesitamos comprometernos a poner el cuerpo y pasar a la acción en el mundo real. Es en la vida cotidiana donde debemos manifestar todas esas hermosas virtudes que predicamos virtualmente, empezando con la pareja, los padres, hijos, amigos, compañeros de trabajo, vecinos y hasta con los desconocidos con quienes nos cruzamos­ todos los días por la calle. Sólo así podremos construir una vida mejor para nosotros mismos y para los que nos rodean. 

domingo, 31 de diciembre de 2017

Tu Semilla Es Tu Cosecha - Feliz 2018!

La Vida es como el Eco. Lo que das, recibes. Lo que siembras, cosechas.

Me encantan los rituales. Creo en ellos, creo en su fuerza terapéutica simbólica. Existen una gran variedad de rituales; algunos están establecidos por fechas, pueden ser paganos o religiosos. En ocasiones son comunitarios o a veces los llevamos a cabo en soledad y por lo general implican una secuencia establecida de acciones repetidas con la intención de alcanzar algún objetivo deseado. A través de los rituales nos proponemos desde atraer prosperidad, salud, trabajo, un amor, hasta reducir la ansiedad, aumentar la auto- confianza, tener un buen rendimiento en una competencia o inclusive, para que llueva. ¿Quién no se reconoce realizando alguna de estas actividades con total entrega y convicción?

Hoy que termina el año 2017, en el día en que gran parte de la humanidad estará agradeciendo por lo vivido y celebrando la llegada de un nuevo ciclo, me puse a pensar en todos los rituales asociados con esta fecha. Mi primer recuerdo fue la popular “bombacha rosa” para tener buena suerte, las 12 uvas antes de la cero hora, la tradicional vestimenta blanca en la noche del 31, barrer la casa para limpiar las malas ondas, tener una valija preparada para atraer viajes y cuántos más…

Todos los fines de año realizo algún tipo de ritual personal sobre todo para agradecer y para prepararme de la mejor manera para recibir la energía del nuevo año. Esta mañana me desperté pensando en esta metáfora: los seres humanos como las plantas crecen y florecen mejor cuando se encuentran en el lugar adecuado.  La gran diferencia a nuestro favor es que nosotros podemos ser nuestros propios jardineros y así propiciarnos ese entorno fértil, nutritivo y soleado para poder dar nuestros mejores frutos. Es por eso que hoy mi ritual fue podar y fertilizar mis "plantas".

Para este nuevo año deseo que dejes de esperar que la vida te traiga flores y empieces a cultivar las tuyas propias. Que si no estás a gusto en donde te encuentras, que abandones la queja, que te muevas, que busques alternativas o nuevas tierras. Te deseo buenos pensamientos, porque son como una semilla, cada uno produce su flor y su propio fruto. Te deseo puedas distinguir qué es lo que necesita poda, limpieza, riego o abono, para así convertirte en el mejor jardinero de tu vida. ¡Manos a la obra! ¡A sembrar el más pleno y abundante 2018 que podamos tener!

viernes, 24 de noviembre de 2017

La Gratitud Es La Memoria Del Corazón

"La primera semilla para la abundancia es el agradecimiento"

Me gusta pensar que la gratitud es la memoria del corazón, que es como un músculo; cuanto más la ejercitamos, se vuelve más fuerte. 
La gratitud es esa energía suave y cálida que nos aleja de las carencias y nos conecta con la abundancia.
Ser agradecido es una actitud hacia la vida, es tener la capacidad y la predisposición para encontrar una bendición, un regalo en cada experiencia que vivimos. 
Habitar en la gratitud nos permite conectar con el disfrute, el amor y la esperanza, que no es otra cosa que apegarnos a la idea que más allá de las circunstancias, siempre habrá una razón para celebrar, para compartir y para seguir creyendo que es posible un mundo mejor.
Feliz día de Acción de Gracias!!!!