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viernes, 16 de noviembre de 2018

El Perfeccionismo No Es Excelencia

"Los perfeccionistas se enfocan en los demás y en lo que piensan de ellos, más que buscar excelencia"


La comparación mata la creatividad y nos sumerge en la frustración, en la peligrosa creencia de que no somos suficientes.

Vivimos inmersos en una cultura que promueve el perfeccionismo y nos bombardea a diario con imágenes de una realidad ideal, editada al detalle.

Los mensajes maníacos de “tu puedes más y debes alcanzar tu máximo potencial”, es una constante en las redes sociales y con semejante contexto, donde el foco está puesto en la meta, más que en la necesidad de desarrollar destrezas y habilidades específicas, es muy fácil sentir una serie de frustraciones innecesarias.

Cuando nos compararnos con otros, en algún punto nos estamos traicionando a nosotros mismos.

Al descartar de plano que lo nuestro NO es tan bueno, invalidamos nuestros dones, talentos y eso nos paraliza, bloqueando nuestra creatividad y coraje para tomar riesgos y animarnos a avanzar.

Conocerme, validarme, entender cuál es mi potencial y qué necesito desarrollar para poder plasmarlo, es un camino interior.

Más que compararnos con el afuera, aprendamos a mirar para adentro. Más que perseguir la perfección, persigamos el compromiso de no traicionar nuestra autenticidad, que es donde reside "la semilla" de todo nuestro talento. Aprendamos a regarla y nutrirla para que se desarrolle.

lunes, 6 de agosto de 2018

La otra cara de la autocrítica: la autocompasión


"Sé amable con todos, pero especialmente, contigo mismo"


La autocompasión es lo contrario a tenerse lástima. 

Cuando me tengo lástima, habito en el lugar de la víctima y busco responsables externos por mis penurias.

La autocompasión tiene más que ver con tratarse a uno mismo con paciencia, cuidado y cariño. Cómo trataríamos a nuestra mejor amiga.

La autocompasión es una herramienta que nos permite protegernos contra la autocrítica destructiva, sin la necesidad de sentirnos superiores. También nos facilita capitalizar nuestro poderpersonal y liberarnos del perfeccionismo. 

La autocompasión viene de la mano de practicar la aceptación y la flexibilidad, dos habilidades claves, para liberarnos de las autoexigencias y para poder ser compasivos con los demás.

¡Sólo por hoy y un día a la vez, sé tu mejor amiga!

jueves, 21 de marzo de 2013

El egoísmo necesario


“Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37)


Hay días en los que un gran abismo separa a mi yo real  de mi yo ideal. Hoy es uno de esos días. Hoy me levanté “egoísta" y lo escribo entre comillas porque es un término que hasta el día de hoy, me genera sosobra.

Me desperté rebelde,  sin ganas de cumplir con mis listas de: debo hacer, debo ser, debo estar, debo tener. Me levanté  con el firme propósito de no hacer nada que realmente no sienta genuinas ganas de hacer y lo más importante, no sentirme culpable por ello. Hoy quiero escucharme, reconocer qué es lo que realmente quiero, necesito y registrarlo como válido. Lograr el convencerme que mis necesidades merecen ser atendidas con amor, dedicación y compromiso. Y estoy hablando de mi propio amor, de mi dedicación y compromiso.Saberme tan merecedora de amor, como mi prójimo.

Qué  difícil es sentirse merecedora de atención y cuidado, si, de uno mismo; cuando el mote de egoísta fue uno de los que más resonó en mis oídos desde mi pre-adolescencia hasta ya entrando a mi adultez. Ella me lo decía con frecuencia, con demasiada frecuencia, a tal punto que terminé  por creérmelo y es hasta el día de hoy, uno de los puntos más débiles sobre los que fui construyendo mi identidad.

Nadie me enseñó  a priorizarme, hacerlo era sinónimo de egoísmo y eso tiene muy mala prensa, tanto, que durante muchos años me convertí en una perfecta intérprete de lo que otros esperaban de mí, para complacerlos. No importaba lo que yo quisiera, sólo importaba no ser tildada de egoísta. De niña, no tenía herramientas para identificarlo y así aprendí que mis necesidades no eran merecedoras de atención, entrando en la gran matriz de la manipulación de los adultos. Ese espacio amenazador, en el cual sientes que si no haces según te indican o esperan tus progenitores o mayores, no eres merecedora de su amor y lo que es peor aún, puedes ser castigada y hasta olvidada.

Gracias a la Vida, pude ir despegándome de esos rótulos que calaron tan profundamente en mi autoestima, determinando la forma en la cual me relaciono con el mundo. En el momento en el que pude dejar de dar crédito y tomar los juicios de mis padres como una verdad absoluta, fue señal de que me estaba volviendo un adulto y como adulto, puede empezar a elegir con libertad.

“Hacerse adulto significa dejar de ser hijo/a, para sentirse independiente y formar un mapa de relaciones maduras, en las que te sientes el sujeto que elige, no sujeto por la imposición. Si no se puede dejar de ser hijo porque sigues a la espera de ser querido, es imposible ejercer la acción de escoger desde la libertad; simplemente te encuentras sumergido en amores, amistades que no has elegido y no comprendes bien qué o quién te mantiene vinculado a ellas.”

Lo repito y me lo repito casi a diario, no hay posibilidades de generar vínculos sanos y constructivos si antes no podemos establecer una buena relación con nosotros mismos. Para ello, debemos tener una cuota necesaria de sano egoísmo, que nos permita preservarnos y conocernos. En este contexto, ser egoísta no implica convertirse en el centro del universo y manejar el entorno a nuestro antojo. Requiere tener el coraje de quitarnos las máscaras y tomarnos el  tiempo para conectar con lo que creemos, queremos, pensamos y sentimos, más allá de las expectativas de terceros. Este es el primer paso para dejar de esperar y pedir que los demás sean veedores de nuestras vidas, asumiendo la responsabilidad de todo lo que somos, hacemos y decimos.