Muchas
veces me pregunto qué es lo que hace que las relaciones se vuelvan
significativas y sólidas. ¿Cuál es ese ingrediente que nos confiere la
sensación de estar en un espacio de aceptación y confianza en los cuales somos
capaces de abrirnos y compartir nuestro ser al desnudo, sin caretas ni escudos?
Construir
intimidad es mi respuesta. Intimar es la capacidad y la posibilidad
de participar de una conexión estrecha y profunda con otra persona. Es ser
capaz de establecer vínculos privilegiados, en los cuales estamos abiertos y
dispuestos a compartir con otro, los aspectos más notables de nuestro
ser, nuestras historias de aciertos y fracasos, nuestras necesidades,
anhelos y deseos, por más utópicos que parezcan.
Intimar
significa un desafío, el del compartir los secretos de nuestros corazones,
mentes y almas con otro ser humano tan imperfecto y frágil como uno. No es una
condición que surge espontáneamente, sino que acontece como consecuencia
de la decisión de abrirnos y exponer nuestra vulnerabilidad.
No
todos tenemos la misma facilidad para conectar y esto puede hacerse a
distintos niveles de profundidad, en distintos tiempos y dominios de nuestras
vidas, dependiendo del modelo de interacción de la relación.
Recuerdo
el libro de Matthew Kelly, autor de Los siete
niveles de la intimidad, en donde postula que si la esencia de
las relaciones es la autorevelación , jamás podremos lograrla si no nos
sentimos aceptados.
Me
pareció interesante revisar las preguntas que Kelly sugiere responder
para identificar cuál es el nivel de intimidad que tenemos en una relación
determinada:
Nivel 1: ¿Estás preparado para reconocer que tus interacciones son
repetitivas y estereotipadas?
En
este nivel los puntos de conexión son superficiales. El estilo del
intercambio estará centrado en datos e informaciones de la vida
cotidiana, con temas centrales como el trabajo, los hijos, eventos
esperados e inesperados, ambiciones económicas, o la vida de los otros. Las
conversaciones son triviales y evitarán los temas comprometidos o
confrontaciones. Estas interacciones algunas veces muestran sincero interés y
otras nada más que una formalidad vacía.
Nivel 2: ¿Estás dispuesto a salir del cliché y decir algo más de ti
mismo?
Las
opiniones sobre un tema específico personalizan el intercambio y abren la
puerta al disenso. En el nivel del puro intercambio de información aséptica no
suelen producirse desacuerdos ya que las personas no se involucran. S i
debatimos o si confrontamos nuestras ideas lo haremos con distintos grados de
apasionamiento, de modo que las líneas de tensión y oposición de fuerzas se hacen
presentes. Es importante sentirse libre para opinar e involucrarse para
acceder a niveles más profundos de intimidad.
Nivel 3: ¿Estás dispuesto a dar a conocer tus opiniones y a aceptar a
aquellas personas con opiniones diferentes?
La
aceptación mutua es una condición fundamental para afianzar buenas relaciones.
La aceptación de quien amamos precisamente porque es diferente, coloca en
primer plano una virtud esencial para los vínculos, la flexibilidad. Lo
opuesto a ella es la rigidez que consiste en rechazar o descalificar a alguien
que actúe o piense en forma diferente a nuestra propia visión del mundo. No se
trata de tolerar sino de admitir, porque la primera es una palabra engañosa que
coloca al tolerante en una posición aparentemente superior y meritoria. En
cambio, aceptación supone una apertura flexible a la diferencia y al cambio.
Nivel 4: ¿Estás listo para expresar tus esperanzas y sueños?
Cuando
nos sentimos aceptados confiamos más aún en el otro y somos capaces de
compartir entonces nuestros deseos, nuestras expectativas y nuestras
esperanzas.
Nivel 5: ¿Estás dispuesto a mostrarte vulnerable?
Mostrarnos
vulnerables es otra condición básica para el progreso de la intimidad. Poder
expresarnos con libertad, mostrar sin inhibiciones nuestras debilidades y
nuestra necesidad de ser acogidos.
Nivel 6: ¿Estás dispuesto a mostrar y encarar tus temores, ansiedades y
fracasos?
Si
somos capaces de revelar aquellas cosas que tememos guardadas, si podemos
reconocer un fracaso, un error grave o un deseo largamente reprimido o
censurado, si podemos hacer todo eso estaremos alcanzando el nivel más profundo
de intimidad.
Nivel 7: ¿Estás dispuesto a satisfacer las necesidades legítimas de la
otra persona?
El
desafío principal de este nivel consiste en desarrollar la ayuda mutua
necesaria para satisfacer las necesidades de cada uno. Quizás aquí aparezca el
altruismo como aliado, que representa la capacidad de hacer cosas por el otro,
aun cuando estas acciones no sean las que uno elegiría para la propia satisfacción.
Construir
intimidad es como bailar la danza de los siete velos, ya que a medida que vamos
despojándonos de ellos, queda al descubierto nuestra desnudez, nuestro
verdadero ser. Cuanta más intimidad tenemos en una relación, gozamos de más
libertad para mostrarnos tal cual somos. No digo que sea fácil pero sólo
a través de la entrega mutua y la autenticad, es que podemos conectar y generar
relaciones más plenas y verdaderas.