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viernes, 6 de julio de 2018

¿Existe lo Correcto?

"La intención muestra la razón de ser de una acción"


Dentro de nuestra cultura occidental estamos todo el tiempo consciente o inconscientemente, juzgando si “esto está bien o mal”. Casi automáticamente decidimos qué es correcto y qué no, cotejándolo con lo que nos dice nuestra moral, valores y cultura en la que estamos inmersos.

Los budistas no se refieren a lo moral, ni apelan a la “corrección” para calificar las acciones de las personas, no usan los términos “bueno” o “malo”. Ellos observan si las conductas reflejan sabiduría o ausencia de ella y se van a referir a ellas como acciones “útiles” (Kusala) o “torpes” (Akusala).

Según la tradición budista lo que hace que una acción hecha a voluntad sea buena o mala o ética o no, es el estado de mente con el que se realiza. Si nuestras acciones están basadas en algunos de estos estados, tal y como dice el Dharma, serán torpes:
Odio: entendiendo como odio, como estados mentales negativos tales como enfado, rabia, frustración, resentimiento, etc.
Avidez: Entendiendo como avidez no solo la avaricia sino también estados de deseo neurótico, ansiedad, descontento con todo, envidia…
Ignorancia: Desde luego esta ignorancia no está referida a la ignorancia digamos académica o a la falta de conocimiento intelectual, sino más bien al no querer saber cómo son las cosas, al meter la cabeza debajo del ala, al egoísmo separador, a la ignorancia espiritual.

Por el contrario, si el estado de mente que sustenta nuestros actos está basado en:
Metta: Es decir en estados mentales creativos, amables, bondadosos y claros.
Generosidad: ser desprendido, desapegado y dispuesto a dar y darte.
Sabiduría: iluminación, apertura mental, con perspectiva amplia, con claridad de mente en vez de confusión etc.
Entonces nuestros actos son útiles o creativos, o sabios.

La ética dentro del budismo está más relacionada con la inteligencia y la comprensión de la existencia, que con la moralina. Es una herramienta para el desarrollo humano y un filtro de nuestras energías, motivaciones, estados de mente, relación con los demás etc. que actúa como purificador o refinería convirtiendo nuestro ser en más claro, ligero, limpio, y delicado.

martes, 24 de septiembre de 2013

Poder re- significar

 “El dolor es un aspecto inevitable de nuestra existencia, mientras que el sufrimiento depende de nuestra reacción frente a ese dolor”.(Alejandro Jodorowsky)
Tuve una conversación hace unos días que me dejó pensando en esa capacidad que tienen algunas personas para re-significar sus experiencias.  Su explicación fue clara y simple. Mi amiga, pudo superar una situación de angustia y desconsuelo, cuando decidió observar la calidad de sus pensamientos, su conversación privada y descubrir qué era lo que se estaba diciendo. Los hechos son y serán los mismos, lo que cambió, fue la interpretación de lo que le causaba tanto sufrimiento.

El ser humano no está exento de experimentar el dolor físico o emocional. Generalmente utilizamos dolor y sufrimiento como sinónimos  pero  no lo son. Puede haber sufrimiento sin dolor, o dolor sin sufrimiento o ambos, coexistiendo en una misma vivencia personal. Por ello el Budismo sostiene que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento puede ser trascendido, a través de la aceptación y el agradecimiento. Así dejamos de transitar la senda de la “des-gracia”, para caminar en la gracia (gratitud).

El dolor es una experiencia sensorial y emocional que generalmente es desagradable. El sufrimiento es una sensación motivada por la interpretación que hacemos de una situación específica. De hecho, el sufrimiento puede durar indefinidamente, aunque la situación que lo provocó se haya solucionado.

Sufrir es luchar contra los hechos y tratar de ocultarlos o resistirlos es  más contraproducente aun. La clave está en la aceptación,  que es lo que nos permite integrar lo que ocurre a nuestro  presente  y construir desde allí, un nuevo proyecto de vida. Con esto no quiero decir que debemos ignorar el dolor. Es importante hacer los duelos y canalizar esas emociones, para que fluyan y puedan dar lugar a ese nuevo orden.  El otro gran aliado en esta cruzada contra el pesar, es el ejercicio consciente de cuidar la calidad de nuestros pensamientos, pues ahí se encuentra la raíz del sufrimiento.

Investigaciones científicas realizadas en el Instituto deHeartMath, han demostrado que  las emociones de gratitud y aprecio, provocan reacciones químicas en el cerebro que  fortalecen el sistema inmunológico y elevan  los niveles de Dehidroepiandrosterona (hormona de la juventud). Quienes logran atravesar sus duelos y re-significar el dolor, vibran en la frecuencia de la gratitud, enriqueciendo a sus vidas y las de su entorno.