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domingo, 2 de marzo de 2014

La fuerza de la afinidad

"Tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio....y coincidir" (Fernando Delgadillo)
¿Cuántas cosas hacemos o dejamos de hacer en nuestras vidas por afinidad o falta de ella?

La afinidad es la expresión de esa energía poderosa, que hace que las personas nos encontremos, compartamos y generemos nuevas realidades, que por separados difícilmente podrían concretarse. Es el milagro de coincidir, de ensamblar sin forzar, de fluir, de entender y ser entendidos sin necesidad de explicar. Es la extraña resonancia y familiaridad que gravita sobre nuevos encuentros y nuevos vínculos.

Cuando hablo de afinidad, no lo limito al vínculo entre personas, sino también a lo que experimentamos por determinados objetos o actividades. La afinidad no necesariamente se manifiesta ante la coincidencia de gustos, preferencias o valores, muchas veces surge de la contraposición de diferencias, que terminan por aportar los ingredientes que hacen que la existencia se torne más plena, más valiosa y significativa. Son estos contrastes, los que convierten a la afinidad un fenómeno revelador, porque destacan aspectos de la vida que de lo contrario, pasarían completamente desapercibidos, hasta para nosotros mismos.

Algunos hemos tenido la suerte de ser sorprendidos por la fuerza transformadora de la afinidad, en el lugar menos pensado, con la gente o actividad más insospechada y la recompensa siempre termina siendo una nueva realidad superadora, donde el escenario anterior a ese encuentro, queda bajo una nueva luz, donde todo parece más valioso y prometedor.  

Es por eso que en las relaciones con química o afinidad interpersonal, se conjugan o compatibilizan tres elementos:
  • Atención mutua.
  • Sentimientos positivos compartidos.
  • Lenguaje corporal coordinado.
La atención mutua compartida es fundamental, debido a que se genera un sentimiento o relación de interés mutuo, un enfoque conjunto,  que actúa como un aglutinador de las percepciones entre las personas, impulsando sentimientos y emociones compartidas. Un indicador de afinidad o química interpersonal, es la empatía.

Los buenos sentimientos transmitidos a través del lenguaje corporal (tono de la voz, expresiones faciales, gestos corporales, etc.) tienden a construir el sentido positivo, siendo esenciales para lograr la afinidad interpersonal y social.

El tercer elemento clave en  el universo de  la química o afinidad interpersonal, es la sincronía o coordinación del lenguaje corporal, (tono de la voz, ritmo de la conversación, contacto visual, gestos, etc.). La sincronía inconsciente entre dos personas o individuos en un proceso interactivo, genera mucha positividad durante el mismo.


Por más que nos esforcemos, esa sintonía fina que se establece entre dos almas, no puede forzarse, no se fabrica ni se compra. Se da por generación espontánea y el misterio que encierra su propia esencia, es lo que la torna sumamente atractiva y deseada. Hace las veces de un proceso de selección natural y es lo que determina de qué manera vamos creando nuestro universo más próximo y más lejano.

miércoles, 30 de octubre de 2013

El Yoga: un aliado para combatir el estrés

“En todas las culturas y en todas las tradiciones médicas antes de la nuestra, la sanación se lograba moviendo energía.”

Stress es una palabra del inglés que significa tensión. Podríamos decir que el estrés es una sensación de tensión que puede manifestarse a nivel físico y/o emocional.
Nos estresamos por motivos laborales y económicos. Por relacionarnos con personas toxicas. Por no cuidar la calidad de nuestros pensamientos. Cuando enfrentamos pérdidas importantes: muertes, trabajos, bienes materiales, afectos. Sufrir por amor, otro gran estresor. La soledad, la incapacidad de generar vínculos significativos. En una sociedad cargada de contaminación visual y acústica, marcada por la urgencia y el cambio permanente, sumado a la falta de descanso y alimentación adecuada, es muy difícil permanecer inmune al estrés.
El estrés nos acecha cotidianamente y es uno de los flagelos de la vida moderna.  Es un enemigo que avanza silenciosamente, impidiéndonos vivir de manera armónica y saludable.
El manejo del estrés implica controlar y reducir la tensión que surge cuando nos enfrentamos a situaciones desafiantes o amenazadoras. Situaciones que nos obligan a salir de nuestras zonas de confort, para adaptarnos a un nuevo contexto. Para evitar que esto nos afecte nocivamente,  debemos aprender a incorporar cambios desde lo psico-físico y energético.
Existen diversas actividades que nos ayudarán a canalizar el estrés y eliminarlo. Entre ellas, el yoga es una de las más efectivas.
El yoga es un sistema holístico que trabaja en todos los planos del Ser. Su finalidad no es solo la mejora de lo físico; toda la fuerza, resistencia, elasticidad y equilibrio que logramos en el plano físico, se manifestará en lo mental- emocional y espiritual-energético, generando no solo buena salud, sino también armonía, serenidad y paz interior.

 En el plano físico:
  • Nos hace más conscientes de los ritmos y necesidades naturales del cuerpo
  • Fortalece los músculos y huesos
  • Provee flexibilidad y equilibrio
  • Retrasa el proceso de envejecimiento
  • Oxigena y limpia nuestros órganos, beneficiando nuestro sistema cardiovascular, endocrino,  inmunológico, digestivo y respiratorio
  • Abre los canales energéticos y equilibra los chakras. Aumenta la energía vital.
 En el plano mental y emocional:
  • Disminuye el estrés
  • Incrementa nuestra capacidad de atención y concentración
  • Ayuda a superar el insomnio, a descansar mejor.
  • Promueve el pensamiento positivo ayudando a la superación de miedos, ansiedad, depresión
  • Nos vuelve menos reactivos y nos enseña a diseñar nuestras respuestas. Eso impacta positivamente en la calidad de nuestros vínculos y calidad de vida en general
A través de una práctica comprometida, 
perseverante y disciplinada, se alcanzan estados elevados de consciencia, optimizando nuestra energía para enfrentar mejor los desafíos de la vida.
Esto se logra a través de:
  • La respiración
  • Las posturas de yoga o asanas
  • La meditación
  • Alimentación  y descanso adecuado
El verdadero valor del yoga es que nos enseña: el camino del autoconocimiento, la sanación y la expansión de la consciencia.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Motivación Vs. Expectativas


“Buscar una cosa
es siempre encontrar otra.
Así, para hallar algo,
hay que buscar lo que no es”. (Roberto Juarroz) 

  
A lo largo de la vida desarrolle un latiguillo que suelo repetir sin mucha consciencia, que de alguna manera refleja mi espíritu batallador. “No es tan difícil”, es lo que digo y me digo cada vez que debo enfrentar alguna situación que requiere un esfuerzo o aprendizaje nuevo. Admito que puede sonar a superada o quizás, a un exceso de optimismo de mi parte pero en mi fuero íntimo, sé que se debe más  a mi necesidad de supervivencia y superación.

Siempre me pregunto qué es lo que hace que algunas personas tengan ese empuje para seguir, aun cuando la realidad se vuelve pesada, rutinaria, cargada de decepciones e injusticias.  Cuál es esa energía o motivación para seguir luchando, aun cuando todos los indicadores lógicos pronostican que lo que viene no será mejor. Algunas personas traccionan en función de sus expectativas, otras, según sus motivaciones.

Motivación es para mí ese motor que nos impulsa a superar algún reto. Ese deseo irrefrenable de seguir trabajando a pesar de todo, esa misión más o menos reconocible que de alguna manera tenemos que cumplir. Muchas veces consiste sólo en el placer del trabajo bien hecho o la satisfacción del deber cumplido.­­ Es aquello que nos permite ir en algunos casos, de derrota en derrota sin perder el entusiasmo.
Porque  para avanzar cuando todo marcha sobre rieles, tener una gran motivación no parece ser tan crucial.

Expectativas equivalen a los resultados que esperamos conseguir como consecuencia de una acción. Es la meta, el propósito u objetivo por lo cual me pongo en marcha. No digo que tener expectativas sea per se algo negativo pero cuando ponemos la mirada sólo en el final  del camino,  corremos el riesgo de tropezar con distintos obstáculos permanentemente, volviendo así la experiencia  en algo penoso y agotador. Cuando sólo  trabajamos en función de tal o cual premio, ya sea publicar un libro, hacer una exposición,  conseguir atraer la atención o reconocimiento de los demás, puede distraernos de disfrutar del proceso, de conectar con el presente y consecuentemente, la motivación termina por debilitarse y  tornarse confusa. Por eso pienso que cada vez que se instala esa tensión entre nuestras motivaciones y los resultados, es cuando perdemos el foco y aparece el sufrimiento.

Priorizar mi conexión con esa energía interior que reconozco como motivación, me vuelve más flexible y creativa. Es también lo que me da coraje. Como dice Roberto Juarroz, a quien cité al inicio de este post, muchas veces nos embarcamos en la búsqueda de ciertos resultados y terminamos encontrando otros, más satisfactorios  y sorprendentes. El desafío termina siendo siempre el desapego a los resultados y confiar más en el proceso de la vida. ¡No es tan difícil! Al menos pensarlo de esa manera,  ayuda mucho a creerlo.