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martes, 15 de octubre de 2013

Accidentes Afortunados

"Buscar una cosa
es siempre encontrar otra.
Así, para hallar algo,
hay que buscar lo que no es". (Roberto Juarróz)

Vivimos tan apurados. Nos enseñan que debemos estar focalizados en nuestros objetivos, que la vida es tan corta, que no podemos darnos el lujo de equivocarnos, de tomar un desv
ío o perder el tiempo. Nos ponemos anteojeras para no distraernos, como si existiera un único camino que nos conduce a “la meta”. Así es como nos perdemos de descubrir tantas cosas y la vida se vuelve rutinaria, predecible y monótona. Si bien el camino vallado, nos confiere toda una sensación de seguridad, también es una garantía de que nada extra-ordinario se nos puede presentar y la sensación de estancamiento puede llegar a ser abrumadora.

Los otros días me crucé con la palabra en inglés “Serendipity”, que en español se traduce “serendipia”. “Una serendipia es un descubrimiento o un hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta. También puede referirse a la habilidad de un sujeto para reconocer que ha hecho un descubrimiento importante aunque no tenga relación con lo que busca”.

¿Cuántas veces salimos con un fin en la mente, pero en medio del camino, encontramos una solución inesperada, casi mágica, que pone a nuestro alcance un mundo nuevo de posibilidades, que difícilmente podríamos haber imaginado?

La historia de la humanidad está plagada de descubrimientos valiosos y revolucionarios causados por la habilidad de una persona para aprovechar el error y el azar. Para vivir esas experiencias de Serendipity, se animaron a ser receptivos y flexibles. Se arriesgaron a abrir las puertas de todos sus sentidos, incluyendo los meta-sentidos, a estar atentos a las señales que les daba el Universo y confiar en su intuición.

Personalmente creo que estas experiencias son como señales de una inteligencia superior que nos intercepta en nuestro ciego accionar, para mostrarnos un camino que tiene más que ver con nuestro destino. Son invitaciones a desobedecer todas esas órdenes incuestionables, que nos dicen cómo son las cosas, qué es posible y qué es imposible, qué podemos hacer y qué no podemos hacer. Todas esas creencias que determinan cada una de nuestras acciones, e incluso los pensamientos y sentimientos que experimentamos. Los paradigmas nos contienen, nos dan contexto e identidad pero también nos encasillan en patrones de conducta que no nos dejan ir más allá y crear nuevas posibilidades para nuestras vidas. 

Permitirnos ser permeables a experiencias de serendipity, es reconocer que estamos en un mundo donde todo es incierto por lo tanto, todo también es posible.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Motivación Vs. Expectativas


“Buscar una cosa
es siempre encontrar otra.
Así, para hallar algo,
hay que buscar lo que no es”. (Roberto Juarroz) 

  
A lo largo de la vida desarrolle un latiguillo que suelo repetir sin mucha consciencia, que de alguna manera refleja mi espíritu batallador. “No es tan difícil”, es lo que digo y me digo cada vez que debo enfrentar alguna situación que requiere un esfuerzo o aprendizaje nuevo. Admito que puede sonar a superada o quizás, a un exceso de optimismo de mi parte pero en mi fuero íntimo, sé que se debe más  a mi necesidad de supervivencia y superación.

Siempre me pregunto qué es lo que hace que algunas personas tengan ese empuje para seguir, aun cuando la realidad se vuelve pesada, rutinaria, cargada de decepciones e injusticias.  Cuál es esa energía o motivación para seguir luchando, aun cuando todos los indicadores lógicos pronostican que lo que viene no será mejor. Algunas personas traccionan en función de sus expectativas, otras, según sus motivaciones.

Motivación es para mí ese motor que nos impulsa a superar algún reto. Ese deseo irrefrenable de seguir trabajando a pesar de todo, esa misión más o menos reconocible que de alguna manera tenemos que cumplir. Muchas veces consiste sólo en el placer del trabajo bien hecho o la satisfacción del deber cumplido.­­ Es aquello que nos permite ir en algunos casos, de derrota en derrota sin perder el entusiasmo.
Porque  para avanzar cuando todo marcha sobre rieles, tener una gran motivación no parece ser tan crucial.

Expectativas equivalen a los resultados que esperamos conseguir como consecuencia de una acción. Es la meta, el propósito u objetivo por lo cual me pongo en marcha. No digo que tener expectativas sea per se algo negativo pero cuando ponemos la mirada sólo en el final  del camino,  corremos el riesgo de tropezar con distintos obstáculos permanentemente, volviendo así la experiencia  en algo penoso y agotador. Cuando sólo  trabajamos en función de tal o cual premio, ya sea publicar un libro, hacer una exposición,  conseguir atraer la atención o reconocimiento de los demás, puede distraernos de disfrutar del proceso, de conectar con el presente y consecuentemente, la motivación termina por debilitarse y  tornarse confusa. Por eso pienso que cada vez que se instala esa tensión entre nuestras motivaciones y los resultados, es cuando perdemos el foco y aparece el sufrimiento.

Priorizar mi conexión con esa energía interior que reconozco como motivación, me vuelve más flexible y creativa. Es también lo que me da coraje. Como dice Roberto Juarroz, a quien cité al inicio de este post, muchas veces nos embarcamos en la búsqueda de ciertos resultados y terminamos encontrando otros, más satisfactorios  y sorprendentes. El desafío termina siendo siempre el desapego a los resultados y confiar más en el proceso de la vida. ¡No es tan difícil! Al menos pensarlo de esa manera,  ayuda mucho a creerlo.