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martes, 29 de abril de 2014

No pienses de más

"La vida es así, cambia el viento, cambia la estación, no siempre se encuentra una razón." (Jorge Drexler)

Hay días que vienen así… con pocas palabras.
La espera se hace tediosa y las respuestas no llegan.
Es mejor poner la mente en off y darle un descanso a la cabeza y al corazón.
Fluir con la vida, sin tantos cuestionamientos y resistencias.
Conectar con el silencio interior e invitarlo a que traiga un poco de paz.
Drexler y su música me arullan hoy, mientras lo intento.
No pienses de más
No pienses de más,
cuando te quedes sola.
No pienses de más,
no dejes pasar las horas.

La vida es así,
cambia el viento,
cambia la estación,
no siempre se encuentra
una razón.

No pienses de más
No esperes de mí
que venga y te lleve lejos,
no esperes por mí,
yo no puedo dar consejos.

No me hagas hablar,
no te traigo más
que esta canción,
yo no entiendo
ni a mi corazón.

No pienses de más
No me escuches
no ves que estoy dolido...
No me sigas,
yo también estoy perdido...

Y no todo se ve
mirando por una lupa,
no todo se ve,
no sé de quien fué la culpa, 
nunca lo sabrás,
cambia el viento,
cambia la estación,
no siempre se encuentra
una razón..

No pienses de más.

lunes, 31 de marzo de 2014

El desafio de lo simple

“La simplicidad es la mayor sofisticación”. (Leonardo da Vinci)

Hoy, ser multitasking, (capacidad de realizar varias tareas al mismo tiempo) parece no sólo estar de moda, sino también es considerado un signo de eficiencia y productividad. Nos pasamos todo el día, saltando de una actividad a la otra, o en el peor de los casos, nos sorprendemos, tipeando un mail, mientras hablamos por teléfono y tratamos de terminar el café ya frio del desayuno. Lo triste de este escenario, es que ya no lo cuestionamos y lo aceptamos como normal. Al final del día, cuando todo nuestro ser se siente drenado de energía, nos preguntamos si eso que hicimos, fue vivir o la vida simplemente nos pasó por encima, dejándonos completamente desarticulados y exhaustos.

¿Cómo hacer para escapar de esta maratón que el mundo moderno nos impone día a día?¿ Cómo simplificar la vida, para tener más control de nuestro tiempo y más momentos de paz? ¿Cómo recuperar tiempo para hacer lo que realmente nos gusta y escapar del caos?

Simplificar y concentrarse en lo importante, no es nada fácil, ni sencillo. Debe ser uno de los desafíos más difíciles de enfrentar. Requiere de un gran ejercicio de evaluación y selección, es poder distinguir de lo que es relevante y necesario, de lo superfluo. Muchas veces implica decir "no"  a cosas que nos gustaría realizar y al hacerlo, muchas personas se sienten ofendidas o rechazadas. Requiere una capacidad de concentrar la energía y el compromiso en ejecutar una acción a la vez, enfrentando la ansiedad de saber que nos estamos “perdiendo” otras actividades.

Creo que en la palabra “pérdida” está la clave de esta tendencia a querer hacer todo y estar en todos lados al mismo tiempo. Nos hacen creer que un sinnúmero de servicios y productos son importantes y necesarios y terminamos consumiéndolos compulsivamente sin cuestionarlos. Lo hacemos a veces convencidos que son imprescindibles y otras, porque no queremos privarnos de algún beneficio que pudiera hacer nuestra vida un poco más feliz, cool, estable o luminosa.

Bajarse de la calesita del consumo, del vértigo de la cultura del “todo ya!”, entiendo puede producir miedo. Tenemos temor de enfrentar una vida más despojada, sin adornos y al prescindir de todas esas distracciones, aparece el mayor de todos los miedos: el  pánico de descubrir una vida vacía de sentido.

Vaciar para hacer lugar, me parece no sólo una propuesta para valientes, sino también esperanzadora. Es quizás un proceso doloroso, porque implica soltar muchas cosas que queremos y sentimos apego por ellas, pero es también la posibilidad de crear el contexto necesario para reinventarnos y dar lugar a una nueva vida.

domingo, 10 de noviembre de 2013

En búsqueda de la vibración perdida

“Ser el cambio que quieres ver el mundo”(Gandhi)

Estamos inmersos en una época marcada por un sentido de premura, que no tiene comparación con ningún otro momento de la historia de la humanidad. Todo nuestro ser, nuestro cuerpo y espíritu, vibra en una angustiosa sensación de urgencia, acorde con lo que demanda el mundo físico, el mundo exterior u objetivo.

Todo lo que  existe, tiene una vibración. Somos energía, somos seres vibracionales. Los humanos, al estar constituidos físicamente por un 70% de agua, somos muy sensibles a las vibraciones. Todo a lo que nos exponemos genera una vibración que se asemeja, resuena o  choca con la propia y esto determina nuestros niveles de armonía. De aquí el origen de todas esas expresiones coloquiales tales como “mala o buena onda, vibra, energía”, para expresar lo que percibimos, muchas veces quizás no tanto a un nivel racional, sino más bien sensorial o intuitivo, en nuestro intercambio con el mundo o las personas.

Las ondas cerebrales son la actividad eléctrica producida por el cerebro. Estas ondas pueden ser detectadas mediante el uso de un electroencefalógrafo y se clasifican en: ondas Alfa, Beta, Theta y Delta. Excepto durante el sueño, nos pasamos la mayor parte del tiempo vibrando en Beta. Para asegurarnos una buena adaptación a las exigencias de la vida moderna, el cerebro genera ondas Beta, que nos conectan con nuestros sentidos externos y se rigen por las leyes de espacio y tiempo.

Como consecuencia de esta vorágine, día a día vemos crecer la necesidad de parar la agitación, de encontrar un remanso, de transitar por la vida con más calma, de conectar con mayor atención y profundidad con nuestras necesidades emocionales, espirituales y con la naturaleza. Para ello necesitamos cambiar nuestra vibración, necesitamos aprender a encontrar el camino que nos lleve de regreso al estado Alfa, que es la onda de vibración de la Tierra, la vibración que naturalmente nos armoniza.
Es a través de las ondas Alfa que conectamos con el mundo intangible, el mundo espiritual, interno o subjetivo. Ese universo constituido por nuestros pensamientos, emociones, percepción extrasensorial o espiritual.

La vibración Alfa, se asocia con la creatividad, imaginación, intuición y soñar despierto. Las ondas Alfa facilitan estados de relajación profunda, que al mismo tiempo fortalecen el cuerpo y la mente. Estar en Alfa, no implica estar levitando, sin capacidad de accionar, por el contrario, podemos pensar dinámicamente, la mente puede cuestionar, explorar, deducir y crear soluciones a los problemas. Es el estado en el que nos encontramos momentos antes de dormir. Sus efectos característicos son: relajación agradable, pensamientos tranquilos y despreocupados, optimismo y un sentimiento de integración de cuerpo y mente y con el universo, del cual somos parte. 

Si bien nuestro cerebro para funcionar plena y saludablemente, necesita generar cada una de estas ondas cerebrales, según sean las circunstancias en las que nos encontramos,  me parece importante aprender a buscar esos momentos de sosiego, con la técnica o práctica que nos resulte más adecuada, para regresar a la vibración Alfa,  que es la que nos armoniza, generando calma y eliminando la tendencia a la reacción. Cuando reaccionamos en lugar de responder, creamos caos y separación y eso es lo que se refleja y padecemos en el mundo hoy.

Existen distintos métodos o prácticas que nos ayudan a volver al estado Alfa, como la práctica de yoga, relajación, meditación o terapias vibracionales diversas.

En la medida que generemos consciencia a través del conocimiento e incorporación de estas prácticas, lograremos crear paz y mayor armonía en el planeta. Estoy convencida que los cambios se hacen desde adentro hacia afuera, que el cambio empieza por uno, desde lo micro a lo macro. Cada uno de nosotros tiene la posibilidad de lograrlo. Con la suma de la fuerza del ejemplo,  contagiando a una consciencia por vez, mi deseo y mi esperanza es alcanzar la masa crítica necesaria para manifestar ese cambio anhelado que queremos ver en el mundo.