lunes, 4 de enero de 2021

Emprender después de los 50

“No es sobre las ideas. Sino hacer que éstas se vuelvan realidad”

Pasaron muchas cosas en el 2020 y todos esos cambios trajeron dolores, pero también nuevas oportunidades. Hoy más que nunca, el mundo digital dejó de ser un espacio exclusivo de los jóvenes, para pasar a ser una opción para muchas mujeres de más de 50 años que se están animando a emprender. Estas mujeres hoy entienden de la necesidad de capacitarse para usar eficientemente las herramientas digitales para hacer conocer y crecer sus nuevos emprendimientos.


Si estás considerando emprender y no sabes por dónde empezar, quizás estos 5 consejos puedan darte el empujoncito inicial. 

1- Piensa en eso que te apasiona, eso que enciende tu entusiasmo e imagina de qué manera podría aportar valor en el mundo, cómo aplicarlo.

2- Emprender no tiene que ser sinónimo de estrés y complicarte a esta altura de tu vida! Piensa en crear de manera SIMPLE para mantener el equilibrio entre tu vida personal y laboral. Un esquema simple te va a permitir poner el foco en lo más relevante y urgente. Cuanta más complejidad, más fragilidad, más difícil de ejecutar, demanda más tiempo de aprendizaje y quizás sea más costoso. 

3-Emprender puede ser un proceso muy solitario. Es importante que te rodees de gente con quien compartir tus ideas, que te den feedback, te estimulen pero que también se animen a criticarte para evitar la trampa del enamoramiento prematuro.

4- No subestimes el camino recorrido. Seguramente tendrás muchas cosas que aprender, pero el bagaje de tu experiencia aportará solidez emocional para transitar el nuevo camino.

5-No tiene porque hacerlo sola! Hay muchísima ayuda online, pero si necesitas de un apoyo o guía personalizada, puedes acudir a un coach o consultor según lo que necesites aprender.

¡Si crees que tienes una buena idea, no la dejes pasar! Toma papel y lápiz y escríbela o dibújala es el primer paso para empezar a materializarla. Si necesites ayuda para darle forma, contáctame. Recuerda, que no basta con tener buenas ideas, ¡hay que construirlas!


martes, 15 de diciembre de 2020

4 Claves Para Crear Contenido de Valor

La abundancia de información crea pobreza de atención

Te pasó en estos últimos meses escuchar decir a tus amigos, familiares o colegas: “dejé de ver noticias o leer los diarios, no puedo absorber tanta información” o gente que decide hacer un “detox de redes sociales” y se proponen desconectarse de ellas por un tiempo?

Bueno, no es ninguna novedad que estamos infoxicados, ¡Si! que seria como estar intoxicados por tanta información. Ya lo decía el economista y científico Herbert Simon que “La abundancia de información crea pobreza de atención”.  Porque la abundancia de información implica la escasez de alguna otra cosa, la escasez de aquello que la información consume. Y lo que consume la información es muy obvio: la atención de sus destinatarios. 

Vivimos bombardeados por datos provenientes de las redes sociales, whatsapp, podcast, radio, televisión y tantos otros medios de comunicación que saturan nuestra capacidad de atención. Por eso la atención, junto con nuestro tiempo, pasaron a ser unos de los bienes más escasos y mas preciados de este nuevo paradigma de comunicación. 

La realidad es que hoy existe más información de la que podemos consumir y es por eso que llamar la atención de los consumidores se ha convertido en una meta cada vez más difícil de lograr. 

Por eso, si eres un emprendedor, la calidad de las publicaciones que creas para promocionar tus productos o servicios, pasa a ser un tema clave en cualquier estrategia de marketing de contenido, que te propongas a desplegar en las redes sociales.

Mucha gente cree que la calidad del contenido está dada exclusivamente por cómo luce una publicación. Veo con bastante frecuencia que se invirtie mucho más tiempo en cuidar la estética de las publicaciones, que en otros componentes del contenido. Con esto no quiero decir que lo visual no sea importante y que buscar formas creativas de comunicar es un tema menor, ¡no! Lo que quiero decir con esto es que cuando uno se dispone a crear contenido debe poner especial atención principalmente en cuales son los efectos que quiero provocar.  Si no logro aportarle beneficios mi audiencia ya sea educándola, entreteniéndola, inspirándola o informándola, estaré solo gerenrando más ruido al caos ya existente, sin que nadie preste atención a mi contenido.

Muchos emprendedores se me acercan con el problema de no saber qué publicar en sus redes sociales. Y yo siempre les pregunto: ¿cuál es el objetivo, que es lo que quieres lograr? Porque no es lo mismo escribir y publicar sobre algo que nos apasiona, por el solo hecho de compartir información, que hacer una campaña de marketing de contenido, que es básicamente crear contenido con un propósito claro, mostrándole  a nuestros potenciales clientes que nuestros productos o servicios representan la solución para sus problemas o que pueden cumplirles sus deseos.

Para poder hacer esto, necesitamos como condición fundamental conocer profundamente a nuestro público objetivo y eso va a ser el centro de nuestra estrategia de marketing. No se trata de crear publicaciones para hablar de cuan maravilloso es uno o nuestra marca, sino de mostrar de qué manera podemos hacer mejor la vida de nuestro cliente ideal. Es ese conocimiento lo que nos va a dar una fuente inagotable de ideas para crear contenido inspirador, relevante, y sobre todo útil y así instalarnos en la cabeza de ese futuro cliente, como la solución ideal que necesita adquirir.

Recuerden: no se trata de hablar de uno, sino todo el tiempo hablar de ellos: nuestros clientes ideales, entender bien cuales son sus dudas, deseos y necesidades.

Pero ¿Qué es contenido de valor?
 
Para mi es todo aquello que logre generar un impacto o transformar de alguna manera a tu cliente ideal

Hoy quiero compartir contigo algunas sugerencias para crear contenido de calidad

1- Concéntrate en apórtale algo a tu publico objetivo que lo transforme
 
La gente utiliza internet y las redes sociales para encontrar respuestas a sus preguntas y soluciones a sus necesidades o simplemente para buscar inspiración.  Entonces, antes de crear contenido, tómate un tiempo para pensar cuales son las dudas, problemas, inquietudes o aspiraciones más frecuentes de tus clientes donde tu puedes impactar. Después, trata de resolverlas a través de un contenido atractivo y ligero, que luego de consumirlo logre una transformación en tu cliente. Si piensas que lo que estas creando no va a producir ese efecto, cambia de idea y genera otra cosa porque «crear por crear» y publicar compulsivamente, sin un objetivo o estrategia, no suma, al contrario, resta.

2- Crea contenido acorde a la temperatura del trafico al que te diriges.

¿Qué quiere decir esto? Es muy sencillo; no es lo mismo hablarle a una audiencia que ya sabe quien eres y que ofreces, que hablarle a alguien que se cruza con tu marca por primera vez o alguien que recién esta empezando a considerarte como una posibilidad. Si uno está recién lanzando su marca al mercado, hay que empezar por presentarse y dar a conocer de qué se trata nuestra propuesta de valor, a quien servimos y como lo hacemos.

Recuerda que un prospecto recorre 3 tres etapas antes de hacer una compra:
La etapa de Exploración: que se produce cuando tu potencial cliente tiene un problema o inquietud y busca información para solucionar esta situación. Este es un publico frio.
La etapa de Consideración: que ocurre una vez que ya se ha informado y ya conoce las distintas alternativas para resolver esa situación. Este es un publico tibio.
La etapa de Decisión: que se da cuando opta o elige una de la variedad de soluciones que descubrió y está listo para hacer la conversión o compra. Publico caliente.

3- Decide cuál es el propósito.
Una vez que tienes claro a quién te vas a dirigir y en donde lo vas a publicar, debes decidir cuál es el propósito de tu contenido. Ya sabemos que el objetivo de todas las marcas es vender, pero no pretendas generar ventas de la noche a la mañana. Antes hay que tener una estrategia para cada una de las etapas del viaje de un potencial cliente, que mencioné en el punto anterior.
Entonces los objetivos pueden ser varios como, por ejemplo: generar reconocimiento de marca, dar a conocer un producto o servicio nuevo, atraer trafico a tu web, conseguir leads, cerrar una venta, deleitar a potenciales promotores de tu marca.

La creación de contenido deberá adaptarse al objetivo y el lugar donde planeas publicarlo. Se puede transmitir el mismo mensaje a través de diferentes formatos; pueden ser posts, casos de estudio, videos, infografías, whitepapers, eBooks, plantillas, checklists, webinars, presentaciones, newsletters, retos, tips. Pero recuerda que siempre debes enfocarte en los beneficios porque ningún producto o servicio crea valor por sí mismo. La gente NO COMPRA productos o servicios. Lo que realmente compra un cliente son los BENEFICIOS que le aporta ese producto o servicio.

4. Optimiza y sigue la regla de prueba y el error
Porque no existe una receta definitiva para generar contenido de calidad ni un modelo único que funcione para todas las empresas. Por ello, es esencial medir resultados de forma constante y estar dispuestos a probar nuevas estrategias que los mejoren. 
Algunas de las métricas claves para medir la eficacia del contenido en redes son:
•Engagement: es la medición de la interacción del público con el contenido de tu marca (el número de clics, los comentarios, “me gusta” o las veces que fue compartido o guardado).
•Alcance:  es el número de usuarios que han visto el perfil de la marca o el contenido generado.
•Número de seguidores en el perfil.

Para cerrar, me gustaría decirte que un contenido es de calidad cuando aporta en ambas direcciones. Es decir, que trae beneficios tanto al consumidor del contenido, como al que lo crea. Ambas partes tienen que conseguir algo, a corto, mediano o largo plazo.

Crear contenido de calidad no es complicado; simplemente hay que tener claro lo que queremos logar, tener una estrategia y como todo en esta vida, dedicarle tiempo y atención. Recuerda que siempre es mas importante la calidad que la cantidad y que tener dirección es más importante que la velocidad. 

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domingo, 29 de noviembre de 2020

Por qué confiamos y por qué dejamos de confiar?

“Confía, pero verifica”

Hoy quiero hablarte de la confianza, porque en estos tiempos donde todo cambió tan abruptamente, nos enfrentamos todos los días a un nivel muy alto de incertidumbre y es por eso que la confianza es la emoción clave que nos va a ayudar a transitar por este momento tan particular, tanto en la vida profesional, en los negocios, como en la vida personal.

Para mi la confianza no es solo una virtud social, sino también un impulsor económico, es el ingrediente fundamental sobre el cual se construyen todas las relaciones y dependiendo de cuan solida sea esa emoción, el vinculo será mas fuerte o mas frágil.

La confianza es ese sentimiento que nos impulsa a actuar, es esa disposición emocional que se transforma en el motor de c/u nuestras acciones. Cuando siento confianza, me animo a lo desconocido y en consecuencia a puedo crear, innovar, proponer ideas y producir cambios. ¿Pero que pasa cuando no la siento? Cuando tenemos desconfianza tendemos a cerrarnos y a protegernos. 

¿Cuantos negocios no se concretan por falta de confianza en el otro? ¿Cuantas relaciones entre amigos o parejas se terminan por crisis de confianza? ¿Y Cuantas veces nos quedamos paralizados porque perdemos la confianza en nosotros mismos? Por eso hoy me gustaría que exploremos juntos esta idea: por qué confiamos o dejamos de confiar. 

Para eso te voy a proponer que te imagines a la confianza como una mesa, que solo está firme si sus 4 patas que la sostiene están sólidas. 

-La primera pata es la Competencia: y con competencia me refiero a la evaluación que hacemos de las habilidades de una persona para poder cumplir con lo que se compromete a realizar. Por ejemplo: ¿te animaría a confiar la contabilidad de tu empresa a un exitoso chef? Probablemente no. Quizás sea un excelente profesional de la gastronomía y muy trabajador, pero la contabilidad no es su tema. Podrías confiar en su sinceridad, pero si no tiene la competencia o los conocimientos necesarios, seguramente no vas a darle esa tarea. La competencia tiene que ver con los recursos, habilidades y conocimiento que una persona tiene para realizar una tarea determinada.

-La segunda pata es la Sinceridad: y esta es una de las patas fundamentales de la Confianza. Si las personas con las que te relacionas no te perciben sincero, su confianza en ti se verá afectada. Y viceversa, si no percibes sinceridad en el otro, va a ser muy difícil creer y confiar en esa persona.
Y cuando hablo de sinceridad me refiero a la coherencia entre lo que pensamos y sentimos internamente, y lo que decimos y hacemos externamente. Cuando esa coherencia se rompe, es muy difícil construir confianza.

-La tercera pata es la CREDIBILIDAD: esta pata tiene que ver con la responsabilidad y la palabra responsabilidad, etimológicamente hablando nos remite a la capacidad que tenemos para responder. Según como sea el historial de promesas cumplidas de esa persona, confiaremos mas o menos en ella. Y esto está íntimamente ligado con el compromiso, que es la cuarta pata de la confianza.

El Compromiso: cuanto mayor sea el involucramiento o compromiso que percibamos tiene persona para cumplir lo que prometió, mayor será la confianza que nos inspire. Porque todos Podemos tener inconvenientes que nos hagan incumplir con una promesa, inclusive todos podemos equivocarnos, ¡errar es humano dicen!, Pero si de verdad estamos comprometidos y nos sentimos responsables, vamos a responder de tal manera para poder cumplir y restablecer esa confianza.

Muchas veces vemos como relaciones laborales, personales o de negocio se deterioran o se terminan, sin entender porque, qué es lo que ocurrió para llegar a un punto de no retorno. Y por lo general es porque hubo una crisis de confianza que no fue bien gestionada.  Es común ver que porque uno o dos de estos 4 aspectos de la confianza falló, se descarte toda la relación.
Poder distinguir estas 4 dimensiones puede ayudarte a entender mejor porque ocurren estas cosas. Si tienes un negocio online por ejemplo y no logras incrementar tus ventas quizás tengas que revisar si estas generando la confianza necesaria para hacer que los clientes se sientan seguros a la hora de comprar lo que ofreces y dentro de este análisis, tendrás que preguntarte: ¿es falta de conocimiento? ¿Necesito capacitarme mejor para llevar adelante mi negocio? ¿O es falta de sinceridad? ¿Mis clientes perciben que o que estoy prometiendo no es lo que ellos reciben? ¿Quizás debo trabajar en mi credibilidad y buscar mas testimonios, por ejemplo? ¿O necesito mostrar mayor compromiso para resolver fallas o reclamos de mis clientes?

Hacerte estas preguntas va a ayudarte a tener un diagnostico y descubrir que quizás solo tengas que ajustar una de esas 4 patas pata destrabar la situación y hacer que el vinculo con tu cliente fluya.

O por ejemplo si tienes un socio que es brillante, tiene un gran conocimiento sobre como llevar adelante el negocio, pero como nunca cumple con la tarea que le toca realizar, eso te genera el doble de trabajo a ti. En lugar de poner todo en una sola bolsa y decir “no puedo trabajar más con en esta persona” y terminar con la sociedad, quizás este análisis de la confianza pueda ayudarte a pedirle tu socio que sea más sincero a la hora de dar su palabra, que solo tome compromisos que pueda cumplir y así evitar seguir deteriorando la confianza y poniendo en riesgo la sociedad.

Las 4 patas de la confianza son igualmente importantes en cualquier relación y la falta o fragilidad de alguna de ellas seguramente la hará tambalear y hasta puede ponerla en riesgo. Animarse a pedir feedback y preguntar: en qué fallé o en qué puedo mejorar; son preguntas claves para cuidar la confianza. O si estás en una relación que te interesa, y pudiste identificar cual de esos 4 pilares puso la relación en riesgo, en lugar de descalificar todo el vinculo, podrías animarte a tener una conversación para hablar puntualmente de lo que necesitas que mejore para que la confianza se reestablezca. De esa manera le vas a dar a esa relación una nueva oportunidad e inclusive puede llegar a fortalecerse.

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sábado, 30 de marzo de 2019

Cómo Peinarse Para Una Crisis



"Todo lo que hace feliz en esta vida, despeina"


Entre todas las crisis que las mujeres esperamos enfrentar cuando nos acercamos al medio siglo, la caída del pelo no representaba una amenaza para mí! Desde chica, tuve la suerte de tener una melena sana, fuerte y brillante. Lo abundante, heredado por parte de papá y lo brillante del lado de mamá, mi pelo fue siempre una cualidad por la que me sentía, digamos: admirada. Recuerdo una vez cortándome el pelo en la peluquería de mi barrio, cuando una mujer me ofreció comprarme unos mechones para hacerse unas extensiones! Quizá en otros momentos de malaria económica lo hubiera considerado, porque pagaban muy bien, pero ese día me dio un poco de impresión pensar que parte de mi ser pudiera estar flameando en la cabeza de otra persona!

Pero volviendo al tema de las crisis, estoy segura escucharon decir que los 50 de hoy son los nuevos 30, y si estás promediando los 40, ¡seguramente te aferrarás a esta afirmación con el entusiasmo de un niño a quien lo dejan jugar con su PlayStation por media hora más. Qué no daríamos por dar una - o varias- vueltas extra en la "calesita de la juventud". ¿Verdad?

Con ese espíritu optimista me preparaba para cumplir mis 50 años, confiada en que todavía la ley de la gravedad no había sido despiadada conmigo. Pero por más generosa que la biología nos parezca, seamos honestas, quien no sintió que las cosas en el cuerpo comienzan a caer, a deslizarse casi imperceptiblemente. Día a día, no sólo cambian de lugar, sino también de tamaño- por lo general tienden a subir un talle o dos. Me encanta y hasta me da ternura, cuando estamos atravesando por esa etapa de negación y nos decimos con absoluta indulgencia: “es que estoy un poco hinchada”. ¿Quién no sintió directamente en su cuerpo los efectos del calentamiento global? No sólo por los calores que empiezan a ser parte de nuestra cotidianeidad, sino también porque todos nuestros rasgos y contornos comienzan a derretirse.

Y es cuando todo se nos está viniendo abajo, que las mujeres nos atrincheramos tras los encantos que todavía nos protegen del implacable tirano del tiempo y en muchos casos ese escudo es el pelo. ¡Sí, tan sencillo como eso! Parece toda una frivolidad, pero no lo es. Nuestro universo puede estar mal, pero si tenemos el pelo sano, brillante y en forma, sentimos que todo lo demás pasa a un segundo plano, y cual versión femenina de Sansón, nuestra autoestima se alimenta y se afianza en esa melena que nos corona y nos hace sentir que podemos con el mundo entero!

Aferrada con uñas y dientes a esa sensación de plenitud, mientras saboreaba los últimos días de mis cuarenta y nueve años, decidí ir a la peluquería a hacerme mis reflejos de siempre, y así prepararme para el gran evento: ¡mi cumpleaños número 50! Y como si el Universo hubiera adivinado mi intención de declararme en rebeldía y no envejecer, decidió cachetearme fuerte, allí justo donde residía mi vanidad femenina. Ese día lejos de brillar, me fui de la peluquería con mi pelo todo quemado! Si, así como lo leen: ¡QUEMADO!

Tomar conciencia de esta tragedia, como nos pasa a casi todos los humanos, me llevó un tiempo: pasé por la famosa etapa de negación y me decía: “no, esto no me puede estar pasando a mi. Yo siempre tuve un pelo fuerte, divino. Esto mañana va a estar mejor, o después de ese baño de crema casero va a recuperarse, o seguro que con este tratamiento millonario de nanoplastia, o de la milagrosa keratina, o con la tecnología del Botox para el pelo…" y a medida que los tratamientos se iban agotando, mi desesperación aumentaba; mis gastos en visitas a distintos peluqueros y en productos capilares crecían astronómicamente, mientras mi pelo evolucionaba hacia lo que yo percibía como una consistencia muy similar a las esponjas de alambre que usamos para limpiar cacerolas. ¡Si, sin exagerar!

Pero eso no fue lo peor, una vez que entendí que mi pelo no tenía vuelta atrás, suspendí los tratamientos y toda la capa superior de mi cabellera -la que te marca el contorno de la cara- empezó a resquebrajarse a la altura de mis ojos y caer, dejándome una especie de copete ridículo que me hacia lucir muy parecida a la hermana melliza del Pájaro Loco. Sin poder aceptar lo que me estaba pasando, probé cuanto estilo de peinado se imaginen, desde recogidos, semi-recogidos, cola de caballo, vinchas y toda una variedad de inapropiados accesorios juveniles. Hasta pensé en adoptar un look marroquí, ponerme un turbante y así ocultar el desastre que tenía en la cabeza de una vez por todas. De verdad, no sabía si llorar o reír, porque créanme, no había manera que pudiera reconocerme cada vez que me miraba al espejo… hasta que me rendí.

Volví una vez más a la peluquería, esta vez a cortarme el pelo. “Corte todo lo seco”, le indiqué al peluquero sin dudar y sabía que eso implicaba un cambio radical. Nunca me había animado a llevarlo tan corto. Mientras me observaba y trataba de asimilar esta metamorfosis, pensé en que ya era hora también de soltar todo lo superfluo, lo que no resonaba más con este nuevo tramo de mi vida. Y como en un acto de psicomagia, no sólo resurgí con un look más despojado y liviano, sino que liberé a mi autoestima de mi pelo, empecé a confiar más en mi reloj interno y abandoné toda pretensión de juventud eterna.

Digamos que los primeros pasos en la década de mis 50 no fueron fáciles. Uno nunca está preparado para vivir una crisis y mi crisis de pelo sirvió para aterrizarme, de manera poco amigable, en varios espacios de mi vida. Los 50 representaron para mi una curva vital y junto con la sensación de haber alcanzado la cima, con toda la euforia y sentido de logro que ello significa, también empecé a entender que lo que venía era el camino de bajada, pero de bajada no como decadencia, sino como de regreso al origen, a lo misterioso y esencial. Hoy lo recorro confiada, como quien tiene el privilegio de contemplar la particular belleza de una puesta de sol, disfrutando de lo cosechado, mientras me dispongo a que la vida me despeine, ahora si, sin rebeldía.