"El que siente deseo, desea
lo que no tiene a su disposición y no está presente, lo que no posee, lo que él
no es y aquello de que carece, desea aquello de que está falto, y no desea si
está provisto de ello”. Platón (El Banquete)
Cada vez que escucho esta expresión, “Soy sol@”, no puedo evitar sentir que la persona
que lo dice, está queriendo victimizarse. Está haciendo un uso forzado del
lenguaje para provocar lástima, compasión o conseguir manipular de alguna
manera a su audiencia.
¿De dónde salió esta expresión? Entiendo que no se
puede eludir el tremendo efecto dramático que produce cambiar el verbo estar por ser!!!
El verbo estar,
per se, da una sensación de algo pasajero, transitorio, quizás hasta efímero.
¿En qué momento la soledad sostenida, no circunstancial, pasa a hacer un
atributo permanente de una persona, que hasta pueda ser usada para definirla?
¿Aún si esta fuera una situación en la cual la persona se encuentra sin
compañía por elección, podemos concluir que esa persona es sol@?
El verbo ser es tan fuerte, tan determinante. “Ser solo”, como una
cualidad permanente de tu persona, suena a condena o maleficio, entendiendo la
soledad como algo no deseado. Lo insólito de la naturaleza humana es que
siempre estamos tratando de huir de la impermanencia de las cosas, buscando la
garantía "del para siempre", en dicho contexto, despreciamos el "Estar" momentáneamente en algo y buscamos
desesperados el "Soy", que garantiza larga duración,
solvencia. Pero "ser solo", no suena muy esperanzador.
Podemos debatir años sobre las bondades o castigos de
la soledad. Estamos atravesando una era donde hemos debilitado la calidad de
los vínculos al punto que ya no sabemos conectarnos cara a cara, mirarnos a la
altura de los ojos. Hemos cibernetizado las relaciones hasta llegar al
descompromiso absoluto.
Siempre termino concluyendo que el culpable de todo
esto es el mito de Andrógino. Esta
pesada herencia, no sólo nos plantea la idea que estamos mutilados y como
consecuencia, tenemos esa tremenda añoranza del alma gemela, de la otra mitad,
sino que también nos lleva a idealizar al otro u otros, que están igualmente solos y
hambrientos de completitud.
La soledad, un tema universal que está o estuvo
en la vida de todos. Yo también la viví. Podría darle un nombre, un aroma,
incluso un color o una melodía a cada soledad vivida. Disimulando y simulando,
encaraba la vida como podia, con el traje de turno, que acababa en la
oscuridad del ropero, con las perchas desnudas, tiritando de miedo.
Voy a terminar con la idea que empecé el post. La
autocompasión que tiñe la expresión “Soy sol@”, me parece inútil
y dañina. Es todo lo opuesto al amor a uno mismo, al amor propio bien entendido
y practicado. Siempre vi la autocompasión como el arte de la manipulación
interior y exterior. No deja de parecerme un mecanismo realmente sofisticado
porque tiene como objetivo reclamar atención a los demás y/o compadecernos a
nosotros mismos, en búsqueda de reconfirmación pero pagando un altisimo precio. La autocompasión es muy
destructiva y también adictiva. Las personas que se auto-compadecen, aprenden a
auto-despreciarse de manera sistemática, constante y natural, llegando a dañar profundamente
su autoestima.
Aún cuando sólo tuve un cielo inmenso que me abrazara,
siempre supe que "no somos solos". Somos seres completos y
perfectos en cada una de nuestra particularidad. La soledad es circunstancial u
opcional, por ende, no puede definirnos ni determinarnos.
Platón: “El Banquete”: “El Mito del Andrógino”
Aristófanes nos narra una antigua leyenda sobre Efialtes y Oto, hijos de tesalio Aloeo, que encadenaron a Ares e intentaron escalar el cielo para derrocar a Zeus (Homero). Expone que, en la antigüedad, la humanidad se dividía en tres géneros, el masculino, el femenino, y el andrógino (del griego Andros-Hombre y Gino-Mujer). Los seres que pertenecían a esta última clase eran redondos, con cuatro brazos, cuatro piernas, dos caras en la cabeza y, por supuesto dos órganos sexuales. Estaban unidos por el vientre. Eran seres tan terribles por su vigor y fuerza que se sintieron suficientes para atentar contra los dioses. Puesto que Zeus no podía destruir la raza humana, dado que ésta era la que adoraba a los dioses, los castigó partiéndolos por la mitad. Apolo los curó dándoles la forma actual que tienen ambos sexos, y más tarde pasó adelante sus “vergüenzas”. El Amor desde tiempos inmemoriales trata de unirlos, de manera que, cuando se encuentran se unen de tal forma que es para toda la vida, tratando cada uno de reunirse y fundirse con el amado y convertirse de dos seres en uno solo, de manera que tan solo podría alcanzar la felicidad nuestra especie cuando se dé el tiempo en que la mitad de la Humanidad se encuentre con su otra mitad. Cada mitad de un hombre y mujer primitivos se entregan a la homosexualidad en busca de su otra mitad, en tanto que, la mitad del andrógino se entrega a la heterosexualidad en busca de su otra mitad.
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