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jueves, 12 de diciembre de 2013

Ubuntu, una palabra que refleja una manera de vivir

"¿Cómo puede uno de nosotros sentirse feliz, si alguno de los demás está triste? Soy porque somos."
Me encanta descubrir palabras nuevas, palabras inspiradoras, que en pocas sílabas logran concentrar un conjunto de conceptos poderosos. Esta última semana me crucé  con una de ellas: Ubuntu.
Ubuntu, expresa un valor ético sudafricano tradicional, enfocado en la lealtad de las personas y las relaciones entre éstas. La palabra proviene de las lenguas Zulúes y Xhosa y describe no sólo una creencia, sino una forma de estar y vivir en este mundo.
Hay varias traducciones posibles del término al español. Podríamos decir que una persona ubuntu, es aquella que posee un sentido de humanidad e igualdad hacia el otro; que cree que su existencia está ligada a la existencia de los otros, que su bienestar o desgracia es común a todos, que tiene la convicción de la presencia de un enlace universal que conecta a toda la humanidad.
Este mes se nos fue Nelson Mandela. Uno de los últimos ejemplos de liderazgo moral y espiritual de estos tiempos. Madiba, nombre  que recibió de su clan, como muestra de cariño y respeto, fue sin duda uno de los más altos exponentes de lo que significa ser ubunto.
Su liderazgo, se distinguió por una tremenda humildad y grandeza. Convencido de que todos somos uno y partes de un todo, logró reconciliar a un país profundamente fragmentado, promoviendo la dignidad e igualdad, como derechos de todos los ciudadanos. Así dio a luz a una nueva Sudáfrica, basada en los firmes cimientos de la no violencia, la  reconciliación y el respeto por la diversidad.
Mandela no buscó adeptos, ni ser protagonista. Su misión no fue convertirse en un héroe, sino en un servidor. Tuvo la visión de una nueva forma de liderazgo, más inclusiva, entendiendo que un líder, es un servidor y que el mejor servidor, es aquel que pasa desapercibido. Ese  fue su mayor talento y su mejor legado: concebir el valor de “liderar desde atrás”. De todas las enseñanzas que nos dejó este maestro, liderar desde atrás, es uno de los que más me impacta. Él lo explica de una manera simple y contundente:
“Un líder es como un pastor que permanece detrás del rebaño y permite que los más ágiles vayan por delante, tras lo cual, los demás les siguen, sin darse cuenta de que en todo momento están siendo dirigidos desde atrás”.
En estos tiempos marcados por la sed de protagonismo individualista y por el autismo social, tendemos a encerrarnos cada vez más en nuestros intereses, problemas y miedos, desconectándonos del sentido de comunidad. Vamos perdiendo sensibilidad ante las necesidades de los demás y nos escudamos en burbujas “ideales”, donde los paradigmas de felicidad están basados exclusivamente en el éxito personal. Cuánto necesitamos como sociedad, nutrirnos del concepto de esta palabra Zulú y recuperar valores tales como el altruismo, el amor, el respeto al prójimo y la compasión.
Nelson Mandela,  hizo honor a la filosofía Ubuntu. Hoy blancos y negros lloran su partida con el mismo dolor y admiración. Lloran a un hombre despojado de ego o resentimiento, que con sus valores, supo cambiar la historia de la humanidad. Ojalá su ejemplo nos guie y que la filosofía Ubuntu sirva al mundo de inspiración, para creer que un futuro más esperanzador es posible.

domingo, 1 de diciembre de 2013

La trampa de dar consejos

“Hay una diferencia entre escuchar y esperar tu turno para hablar.”



Escuchar puede ser una acción pasiva o activa.  En la escucha activa es común el entablar un diálogo mediante preguntas que nos permiten indagar acerca del contenido del mensaje y estamos dispuestos a que se amplíe la información emitida. Por el contrario, en la pasiva, sólo nos conformamos con lo que oímos sin tener interés en conocer más, formamos nuestra propia opinión y no nos importa si ésta corresponde al concepto del mensaje que ha sido emitido. O simplemente ponemos toda nuestra atención en pensar lo que vamos a contestar. Hay una diferencia entre escuchar y esperar tu turno para hablar.

En una conversación muchas veces caemos en la tentación de dar consejos sin que el interlocutor los haya solicitado. Es aquí donde me quiero detener, porque es crucial aprender a distinguir cuando sólo se nos pide que escuchemos con atención, que es una propuesta, a cuando se nos pide expresamente que demos un consejo, que es algo completamente distinto a expresar un punto de vista.

Las personas francas, esas que saben siempre como son las cosas, y se adelantan a darte sus puntos de vistas sobre temas varios - desde los más triviales, hasta los más íntimos- actúan por lo general desde el ego. Creen que es tan trascendental lo que tienen para decir, que no les importa si el que escucha, pidió su opinión o está preparado para recibir sus “sabios” consejos. Por lo general van a hacer un preámbulo que justifique su impertinencia (porque en algún rincón intuyen que nadie les pidió se pronunciaran) con frases tipo:” te voy a ser franco”, o “no soy nadie para dar consejos, pero lo hago porque te quiero” o “Yo en tu lugar…”. El aconsejador se siente tan importante y altruista desde ese rol, que no entiende que la experiencia es intransferible. Tampoco acepta que, para poder ayudar a otra persona, se lo tienen que solicitar. Si no hay una actitud de apertura y receptividad previa, es muy difícil poder ayudar y el más sensato de los consejos será resistido, malentendido o ignorado, en el mejor de los casos.

Es importante no confundir franqueza con sinceridad. Las personas sinceras, son aquellas que tienen coherencia y consistencia entre lo que piensan, dicen y hacen y eso las vuelve confiables. Puede que nos guste o no su forma de estar en la vida, pero sabemos a qué atenernos.  Si les pedimos un consejo, su opinión va a estar comprometida con su sistema de valores y creencias, más que con la necesidad de mostrarse como un experto salvador y así, alimentar su ego. La franqueza nace del ego, la sinceridad, por lo contrario, se genera de la necesidad de hacer una contribución.
Creo más en los intercambios de experiencias, como referencias, que en dar consejos. Desconfío de las personas que siempre tienen una solución para cada circunstancia. Somos seres humanos únicos, irrepetibles y la vida es cambio permanente.  Me resulta muy difícil pensar que una fórmula que funcionó bien en un determinado acontecimiento, para una determinada persona, pueda convertirse en una receta mágica, válida para otra persona, en una situación similar. Vivimos en mundos interpretativos, todos tenemos creencias, que se convierten para nosotros en “La Verdad”. Vivimos de acuerdo a nuestra historia de vida, única, individual e irrepetible. Nadie tiene un acceso privilegiado a "la verdad".

Más que caer en la trampa de querer tener todas las respuestas, el desafío está en ayudar a hacer y hacernos las preguntas fundamentales, que nos permitan avanzar hacia el destino deseado, que cada uno va forjando, con sus aciertos y errores, en función a sus creencias y capacidades.