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viernes, 24 de enero de 2014

El Poder de Desaprender


“Cuanto más pasan los años, más me aparto del rebaño, porque no sé dónde va”. (Kutxi Romero)

Dejar atrás lo que en lugar de ayudarnos a evolucionar, nos detiene, nos estanca. Desaprender no es lo mismo que olvidar. Tampoco es adquirir nuevos conocimientos o destrezas. En todo caso se trata de erradicar  a consciencia, hábitos, costumbres, rutinas y mandatos que ya no nos sirven. Requiere de la valentía de desnudarnos de prejuicios,  ataduras y clichés, que ya no nos representan y que parecieran estar impresos en nuestro ADN, definiendo nuestra identidad y acciones. Es dejar de estar en el mundo repitiendo conductas, pensamientos, emociones como si fueran prestadas, sin tener ninguna injerencia en sus existencias. Es tener la lucidez y valentía de cuestionarlas, porque lo hacemos tan en automático, que sería casi como cuestionar la manera en que respiramos. Simplemente creemos que ocurren, que nos suceden.

Incomodidad, angustia, inconformismo, frustración, son algunos de los nombres de la  llave liberadora. Hasta que esas emociones no aparecen en nuestras vidas, no nos planteamos la necesidad de mudarnos a otros paradigmas, más acorde con lo que necesitamos y anhelamos.

Alvin Toffler dijo: "Los analfabetos del siglo XXI, no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender lo aprendido y volver a aprender."

Estamos inmersos en un mundo donde la vertiginosidad de los 
cambios hace que los conocimientos caduquen, pierdan vigencia con tal rapidez, que el énfasis del aprendizaje ya no está en la adquisición y acumulación de conocimientos, sino en la habilidad de aprender-desaprender-volver a aprender,  en la flexibilidad mental para mudarse de paradigmas y la capacidad de ampliar nuestro bagaje de experiencias transformadoras. La supervivencia no está garantizada al más fuerte o al más sabio, sino al más flexible.


Cuando comienza el proceso de desaprendizaje, nunca termina porque la vida es cambio permanente. La invitación es a soltar lastre y quedarnos con lo que nos hace feliz, más allá de costumbres, convenciones sociales y normas impuestas, que no elegimos. Saberse capitán del propio destino, es una sensación tremendamente liberadora.