martes, 7 de noviembre de 2017

Soltar para Volver a Empezar

“No te dejes abatir por las despedidas. Son indispensables como preparación para el reencuentro y es seguro que los amigos se reencontrarán, después de algunos momentos o de todo un ciclo vital” (Richard Bach)

Se necesitan grandes cuotas de coraje, humildad y compromiso para volver a empezar. La vida nos enfrenta cotidianamente a nuevos comienzos que requiere de nosotros poner en práctica toda nuestra capacidad de adaptación, flexibilidad y valentía para recibir lo nuevo y dejar ir lo que ya no nos sirve más, lo que caducó o simplemente se transformó.

Volver a empezar puede ser el resultado de una decisión; emprender un proyecto, pasar de soñar a crear, implica desde dar pequeños pasos para conquistar nuevos horizontes o simplemente animarse a dar un salto al vacío confiando que todo va salir bien más allá del pánico e incertidumbre inicial. Otras veces ese desafío surge como una imposición del destino, nos sorprende como un rayo que nos parte los huesos y nos deja paralizados sin saber por dónde empezar.

Volver a empezar implica atravesar nuestros miedos y hacer duelos, si, más de uno. Tenemos tantos apegos que cuando el mundo se sacude a nuestro alrededor recién pasan a un plano consciente. Nos damos cuenta de cuanto extrañamos sabores, colores, paisajes, palabras, expresiones, amigos, familia y también esa imagen que tenemos de nosotros mismos. ¿Y saben por qué?  Porque de alguna manera todas esas cosas nos definen, nos dan identidad y sentido de pertenencia. Cuando ese marco de referencia cambia o desaparece, nos sentimos un poco perdidos y empezamos una frenética búsqueda para volver a conectar con eso que verdaderamente somos, más allá de las circunstancias que nos toque vivir. Necesitamos volver a sentir que pertenecemos a algo más grande que nosotros mismos, donde sentirnos amados, aceptados y valorados simplemente por lo que somos. En el camino, muchas veces luchamos por encajar, mutilando facetas de nosotros mismos. Pensamos que para que pertenecer a un nuevo grupo o entorno, tenemos que adaptarnos y en realidad eso solo crea más desconexión y frustración. Para mí el desafío más grande de volver a empezar fue siempre ese: animarme a ser quien soy sin perderme en el camino de la adaptación a lo nuevo.

En ese camino que empezó hace 5 años, cuando decidí mudarme a Miami, tuve muchas sensaciones encontradas: la euforia y el miedo de reinventarme como mujer, madre, esposa, amiga, hija, hermana y profesional. Fueron muchos frentes de batalla a la vez, donde la tentación de aferrarme a lo conocido y oponerme a la incertidumbre de lo nuevo, aparecieron con frecuencia. Me llevó un tiempo entender que resistirme sólo me generaba sufrimiento y que, para sanar, para poder seguir fluyendo con mi vida, necesitaba hacer mis duelos, cerrar etapas, y soltar los apegos para tener el corazón libre y recibir lo que la vida me estaba ofreciendo.

Así empezaron a surgir nuevas oportunidades, experiencias y amigos. Así fue como la vida me premió con mi querida amiga Aielet Zik. Aielet es sinónimo de generosidad. Siempre te recibe con su mejor sonrisa. A pesar de su pequeña figura, tiene una fuerza vital que contagia e inspira. Pocas veces uno tiene la suerte de cruzarse con alguien tan noble y compasivo. Su entrega en cada charla,en cada encuentro, te hace sentir especial, merecedor de la mejor atención y cariño del mundo. Con Aielet reímos y lloramos, coincidimos en algunas cosas y en otras nos complementamos, exploramos ideas y proyectos, estudiamos, enfrentamos desafíos, nos divertimos, soñamos y creamos. Aielet fue mi amiga, mi socia, mi confidente y mi gran compañera de ruta en este último año y medio. Fue una bendición coincidir, pero hoy la vida nos pone en un punto donde nuestros caminos se bifurcan; ella se vuelve a Colombia y yo me quedo acá. 

Si bien esto no me hace feliz e involucra un nuevo “Volver a Empezar”, hoy te suelto Aielita y celebro este vínculo entrañable que supimos forjar, este cariño que trascenderá fronteras y que llegó para quedarse. Elijo pensar que nada se pierde, que todo se transforma y que yo gané una nueva amiga a quien cuidar, extrañar y querer para toda la vida.

¡Te voy a extrañar Aie y a seguir brillando amiga, que esta aventura recién empieza!

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