“Soy el amo de mi destino, soy el capitán
de mi alma” (Nelson Mandela)
Desafiar el orden pre-establecido,
cuestionar su legitimidad y eficiencia, animarse a crear un diseño propio - sin
modelo para armar, atemoriza, genera dudas y te enfrenta a lo aceptado como válido, por toda la sociedad. Pero tanto para los que deciden elegir su propia receta,
como para los que optan por formar parte del rebaño, saben que en ninguno de
los dos lados existen garantías de éxito.
El éxito, es una conquista tan personal,
subjetiva e intransferible, que no sólo sería
utópico, sino también un engaño, pretender garantizarla en una formula pre-establecida
y uniforme para toda la humanidad.
Apenas unos pocos se animan a caminar por
una pista que no esté preliminarmente marcada, de acuerdo al criterio previo de alguien. Alguien a quien estamos dispuestos a creer, sin desobedecer. Alguien que pretende evitarnos la experiencia de descubrir cuáles son los
sectores seguros y cuáles los peligrosos. Alguien que se supone conoce nuestras
capacidades, potencialidades y deseos como para determinar qué es lo que más nos
conviene y nos haría más felices.
Son justamente los curiosos, los
desobedientes, los inconformistas, los revolucionarios, los inadaptados, los
transgresores, los que por lo general resultan más creativos y hacen los grandes descubrimientos que alteran
la historia de la humanidad. Son los que tienen el coraje de mostrarnos que hay
otras maneras de vivir en este mundo. Un
mundo donde se prioriza cada vez más enseñar una forma de ganarse a vida y no de
vivir una vida más feliz y plena de sentido.
Les comparto este video, que me parece un
hermoso testimonio de un adolescente que se animó, con el apoyo de sus padres, a diseñar su propio camino.
“Esto es lo que pasa cuando un niño de 13
años abandona la escuela”
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